Muchas veces los nobles se construían pequeñas casas de recreo para pasar sus ratos de ocio en un lugar distinto al que era su hogar pero ellos no eran los únicos ya que la realeza también lo hacía y un claro ejemplo lo encontramos en la madrileña localidad de Aranjuez, la Real Casa del Labrador enclavada el extremo oriental del jardín del Príncipe.
El origen de este lugar data de 1794 cuando Carlos IV levanta una rústica edificación sobre el solar que ocupaba una antigua casa de labranza, de ahí su nombre, la cual finalmente decide convertir en un palacete en 1798 y para ello cuenta con Juan de Villanueva. Las obras duran hasta 1803 y en ella se distinguen tres fases; en la inicial Villanueva interviene junto a Antonio López e Isidro González Velázquez, en la segunda Villanueva culmina el contenedor arquitectónico mientras que Jean-Démosthène Dugourc hace la decoración exterior y en la tercera Isidro González Velázquez reforma el exterior añadiéndole una gran ornamentación.
El resultado de todo esto fue un edificio neoclásico de tres niveles con base rectangular a la que se le añadió dos alas entre las que se despliega un patio de honor decorado con veinte bustos de emperadores romanos sobre arcadas y pilares que sujetan una verja y una puerta de hierro. En este exterior, además, se encuentra una gran ornamentación como hornacinas con hornacinas con esculturas neoclásicas en la segunda planta y relieves junto a motivos florales y amorcillos en la tercera. Todo se completa con un escudo real sujetado por ángeles y un placa con la inscripción "Reinando Carlos IV. Año de MDCCCIII".
Desde aquí se accede a un interior profusamente decorado por artistas como el ebanista José López, el maestro ensamblador Manuel de Monjas, el dorado José Cherou, el broncista Domingo de Urquiza o pintores como Luis Japelli, las Reales Fábricas y Talleres y el decorador francés Jean-Démosthène Dugourc.
En el cuerpo principal se ubicó un gran salón que servía para las recepciones y ceremonias. De allí se llegaba a una escalera principal que llevaba a la segunda planta donde está la Sala del Billar o Salón del Rey en la cual se encuentra un gran billar creado por Pablo Palencia. Este lugar comunica con la Galería de Estatuas, la gran obra maestra de Dugourc y en cuya bóveda hay varios fresco con representaciones de la noche, el día, el lucero del alba y la Vía Láctea. Pero sin duda aquí lo más destacable es un reloj que imita a la Columna de Trajano de Roma. El siguiente espacio es la Sala de Compañía, también llamado Salón de la Colgadura de Francia o Salón de la Reina María Luisa, en la que se ven pinturas de Maella y Zacarías González Velázquez. El Salón Grande o Salón de Baile es el lugar más grande del palacio y en él destacan sus sedas, lamparas de araña, las pinturas de su bóveda, sus ánforas de Sèvres y sus muebles. Desde aquí se llega a la Sala del Tapiz Doblado llamada así por el cuadro "La súplica de Venus a Neptuno" de Zacarías González Velázquez. Y por último el Gabinete de Platino, creado por los arquitectos e interioristas franceses Percier y Fontaine, un lugar en el que se conjuga a la perfección el Neoclásico con el Barroco.
Gracias a todo esto esta casa es uno de los lugares con más belleza de Aranjuez y debido a su importancia histórico-artística está catalogado como Bien de Interés Cultural y forma parte del conjunto Patrimonio de la Humanidad "Paisaje cultural de Aranjuez".
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