Desde hace siglos las autoridades de las ciudades han regalado palacios y otras construcciones a los reyes que en ese tiempo gobernaban y un ejemplo de ello es el santanderino Real Palacio de la Magdalena.
La idea de regalar un palacio a al realeza en Santander era algo que las autoridades ya tenían previsto antes de 1868 para afianzar la costumbre de la Casa Real de veranear en Cantabria, el problema es que ese año se produce la Revolución de La Gloriosa por la cual Isabel II es expulsada de España por lo tanto la idea queda desechada. Ya a principios del siglo XX el Ayuntamiento de Santander retoma la idea de regalarles a Alfonso XIII y Victoria Eugenia una residencia de verano. Para este propósito eligen la península de la Magdalena y encargan a Javier González Riancho y Gonzalo Bringas Vega el diseño.
De esta manera entre 1908 y 1912 se llevan a cabo unas obras que dan como resultado un edificio ecléctico (creado con mampostería de Cueto y cubiertas de pizarra) muy influenciado por la arquitectura inglesa (reflejada en la distribución exterior, la cantidad de chimeneas o la forma de las ventanas), en la francesa (la escalera principal de doble tramo o la diferente simetría de los cuerpos) y en la arquitectura barroca montañesa popularizando así el subestilo ecléctico-regionalista en Cantabria el cual proviene del palacio pintoresquista inglés de los Hornillos situado en Las Fraguas (Cantabria). Además destaca su poderosa torre que le da una gran esbeltez y elegancia a la que se le suman grandes vanos con ventanales que aportan una gran luz a sus adentros.
De aquí se pasa a un interior en el que destaca una gran escalera principal desde la cual se distribuyen todos sus dependencias, salones (destaca el de estilo Adam) y despachos. Es aquí donde se hallan una gran cantidad de muebles de época, pinturas de autores como Manuel Benedito, Joaquín Sorolla o Fernando Álvarez de Sotomayor y fotografía.
Todo se completa con los jardines (que no son los típicos que se crearían para un palacio sino que son las propias tierras de la península en los que se ven árboles, flores, desniveles de terreno...) y las caballerizas creadas por Javier González Riancho en 1914 en las que se pueden observar que están construidas como si fueran un pueblecito idealizado lleno de torretas y tejados apuntados con dos alturas e influencias de la arquitectura georgiana (llamada así por los cuatro George que reinaron en Inglaterra).
En cuanto a su historia se sabe que desde 1913 pasó a propiedad de Alfonso XIII quien lo mantuvo como residencia real veraniega hasta 1930. En 1931, tras la proclamación de la II República, el palacio pasó por varios usos como sede de la Universidad Internacional de Verano u hospital, de hecho esto último resultó muy útil cuando se desató el incendio de Santander de 1941 ya que pudo ser utilizado como residencia temporal y sanatorio para los afectados.
A partir de 1941, tras morir Alfonso, pasa a manos de su hijo Juan (conde de Barcelona y padre de Juan Carlos I) quien lo conserva hasta 1977 cuando se lo vende al Ayuntamiento. Desde entonces es de propiedad pública y es utilizado como museo, sede de congreso o eventos y durante el verano es utilizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
El palacio sin duda es el edificio más emblemático de Santander y un gran lugar para conocer como era una residencia real y como se relacionaba el patrimonio regio con Santander. Todo esto ha hecho que sea nombrado como Bien de Interés Cultural.
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