El 23 de abril de 1521 se produce la batalla de Villalar de los Comuneros (Valladolid) donde el ejército de Carlos I derrota a los comuneros y ejecuta a sus líderes Bravo, Padilla y Maldonado, aunque hay una líder que ha pasado bastante desapercibida en los libros de historia y que resistió nueve meses más que ellos.
María López de Mendoza y Pacheco nace en 1496 en Granada hija de Íñigo López de Mendoza y Quiñones y de Francisca Pacheco. Su padre era un noble al servicio de los Reyes Católicos, virrey y capitán general de Granada. En esta ciudad vivió la revuelta de los moriscos en 1500.
A la edad de 11 se casa en Granada con Juan Padilla, quien se convertiría en el líder comunero de Toledo. En ese momento su padre le obliga a renunciar a la herencia paterna a cambio de cuatro millones y medio de maravedís.
Tras un tiempo viviendo en Granada se muda con su marido a Toledo en 1518 donde Juan hereda el título de capitán de gentes de armas.
En Castilla se vivía un tiempo de gran descontento debido a las malas cosechas y los fuertes impuestos que llevaron a gran parte de la población a la hambruna. Algunos problemas comerciales entre gremios también favorecieron a un ambiente de prerrevolución.
La gota que colmó el vaso fue el encierro de Juana I de Castilla, la Loca, apartándola del trono de Castilla y sustituyéndola por su hijo Carlos. El nuevo monarca llegó a Castilla en 1517 sin saber castellano y llenando la corte de extranjeros apartando del poder a los nobles castellanos.
Carlos convocó Cortes en Santiago de Compostela para obtener financiación para viajar a Alemania. Hubo tal nivel de hostilidad hacia esta reunión que la retrasó y la convocó en A Coruña donde sí consiguió el dinero dejando a Adriano de Utrecht como regente.
Toledo fue el primero en rebelarse contra el poder real, María Pacheco apoyó e instigó a su marido a unirse a la sublevación. Se unió a las milicias madrileñas de Juan de Zapata y acudieron en ayuda de Juan Bravo a Segovia.
Mientras que María preparaba la defensa toledana y gobernaba llega a la ciudad el obispo Antonio de Acuña el 29 de marzo de 1521. Este hecho no gustó nada a María ya que creía que quería hacerse con la mitra cardenalicia de Toledo que ella quería para su hermano Francisco de Mendoza.
El 23 de abril son derrotados en Villalar y ejecutados los líderes Juan Bravo de Segovia, Francisco Maldonado de Salamanca y Juan Padilla de Toledo.
María recibió la noticia pero no renunció a dar batalla. Organiza la resistencia comunera de Toledo aunque tuviera en contra a personalidades como Pero Laso de la Vega o Fernando de Ávalos que querían rendir la ciudad ya que tras la caída de Madrid solo quedaban ellos.
Dispuesta a defender a toda costa la ciudad apuntó los cañones del Alcázar contra todo aquel que quisiera entregar la ciudad.
Su hermano Luis Hurtado de Mendoza intentó convencerla para que capitulara pero fue totalmente infructuoso.
El 1 de septiembre las tropas reales bombardearon Toledo lo que hizo que muchos comuneros huyeran. El 25 de octubre de 1521 se firma el armisticio de Sisla como tregua. El Alcazar es evacuado pero los comuneros mantienen sus armas.
Este armisticio no gustó entre realistas ni comuneros y la tregua era solo fachada. María decide fortificar su casa en prevención de una segunda rebelión que, efectivamente se produce el 3 de febrero de 1522.
Al final del día Gutierre López de Padilla, hermano de Juan de Padilla, y María de Mendoza, hermana de María Pacheco, consiguen una tregua al final del día que aprovechan para que María salga de Toledo.
Disfrazada de aldeana llegó a Escalona donde su tío le prestó ayuda para llegar a Portugal. Primero se refugió en Braga en casa del arzobispo y luego en la casa de Pedro de Acosta, obispo de Oporto.
Mientras tanto en Castilla es apartada del perdón general del 1 de octubre de 1522 y condenada a muerte en 1524. Castilla reclamó que fuera entregada pero Juan III de Portugal se negó.
Muere en 1531 sin haber pedido el perdón real ya que ella consideraba justa la lucha. Su entierro en la catedral de la Sé de Oporto se debe a que Carlos se negó a que su cuerpo fuera trasladado a Olmedo para ser sepultada con su marido.
Su hernmano, Diego Hurtado de Mendoza escribió como epitafio;
Si preguntas mi nombre, fue María,Si mi tierra, Granada; mi apellidoDe Pacheco y Mendoza, conocidoEl uno y el otro más que el claro díaSi mi vida, seguir a mi marido;Mi muerte en la opinión que él sosteníaEspaña te dirá mi cualidadQue nunca niega España la verdad.
El cronista Sandoval la nombró como el tizón del reino.
María, la comunera de Castilla, quizá fue la líder que más fuerza y coraje echo a lo que creía justo y también la más olvidada, silenciada y ocultada en los libros.
Doña María Pacheco después de Villalar, Vicente Borrás y Mompó |
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