martes, 12 de mayo de 2020

Las intrigas de la princesa

  En la calle de la Almudena, muy cerca de la actual catedral de la Almudena se alzaba uno de los palacios, de Ana Hurtado de Mendoza de la Cerda y de Silva y Álvarez de Toledo y también fue el lugar donde un asesinato extendió la Leyenda Negra de Felipe II por Europa.
  Ana nació en Cifuentes (Guadalajara) el 29 de junio de 1540 en el seno de la casa de los Mendoza, una de las familias nobiliarias más poderosas de Castilla. Era hija de Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda, I duque de Francavilla, I príncipe de Mélito y virrey de Aragón y de María Catalina de Silva y Álvarez de Toledo, hija de los condes de Cifuentes.
  En 1553, contando con doce años, firmó las capitulaciones por las cuales contraería matrimonio con Rui Gómez de Silva, príncipe de Éboli y veinticuatro años mayor que ella, de ahí que su paso a la historia haya sido como la Princesa de Éboli.
  La princesa siempre fue considerada una de las mujeres más inteligentes de la corte y estaba muy bien relacionada con los altos cargos que por allí se movían. Pero también se granjeo conflictos.
  Uno de los encontronazos más fuertes fue con Teresa de Jesús, la futura santa. Todo comenzó cuando la princesa y su marido pidieron la construcción de dos conventos de las Carmelitas Descalzas, congregación fundada por Santa Teresa y San Juan de la Cruz, en Pastrana (Guadalajara). Pero quería que se hiciera a su manera, cosa que enfureció a Teresa, a las monjas y a los frailes. Finalmente Rui puso paz, pero cuando él murió volvieron a la guerra. Ana decidió que sus criadas y ella querían ser monjas y Teresa se lo concedió, aunque en principio no quería. Se instaló en una pequeña y austera celda de la cual se cansó al poco tiempo y se mudó con sus criadas a una casa con huerto. En ella guardaba ropas y joyas, tenía comunicación constante con el exterior y salía cuando quería. Teresa enfurecida mandó que todas las monjas se fueran dejando sola a Ana, que decidió volver a su palacio de Madrid. En venganza publicó una biografía tergiversando toda la vida de Teresa. El escándalo fue tal que obligó a intervenir a la Inquisición prohibiendo el libro durante diez años.
  Rui murió en 1573, por lo que Ana empezó a gestionar todo su patrimonio y consiguió casar a sus hijos con los de otras grandes familias.
  Una vez viuda empezó una relación con Antonio Pérez, secretario del rey Felipe II, y que estaba casado con Juana Coello. Al ser una relación prohibida se mantenía en secreto.
  En esa época regresó a España Juan de Escobedo, secretario de don Juan de Austria, hermano de Felipe II y gobernador de Flandes. El motivo era que don Juan quería volver a España o en su defecto que le enviara fondos para invadir Inglaterra, el rey se negó a todo.
  Escobedo entre tanto descubrió la relación entre Ana y Antonio y las intrigas que ellos tenían para hacer caer a don Juan y que para ello se habían unido a los rebeldes de los Países Bajos. Descubierto esto reunió pruebas para hacer caer a Antonio. 
  Pérez, temiendo una denuncia ante el rey, mandó asesinar a Escobedo. Le intentó envenenar dos veces pero sobrevivió a ambas. Antonio Pérez finalmente mandó que muriera a cuchilladas en la calle de la Almudena el 31 de marzo de 1578. 
  En 1579 Antonio es detenido pero tenía libertad de movimiento, en 1585 vuelve a ser detenido y en 1590 confiesa, bajo tortura, ser culpable. Con la ayuda de su mujer huye de la cárcel escondiéndose, bajo los fueros de Aragónen Zaragoza. Fue vuelto a encarcelar pero finalmente huye a Inglaterra y luego a Francia donde extendió la Leyenda Negra.
  Mientras tanto Ana fue encerrada en 1579 en la Torre de Pinto, luego en la fortaleza de Santorcaz y finalmente en 1581 en el Palacio Ducal de Pastrana, que era de su propiedad, de donde no volvió a salir nunca. Muere el 2 de febrero de 1592 y fue enterrada junto a su marido en la Colegiata de Pastrana.
  El encierro de la princesa fue por orden expresa del rey, fue él quien mandó enrejar las ventanas y puertas del palacio, tras la huida de Pérez y mantuvo una actitud hacia ella muy cruel. Mientras Ana en sus cartas le pedía que la protegiera como caballero que era y le llamaba primo, Felipe II se refería hacia ella como "la hembra" o "la marrana"
  Una de las explicaciones de este comportamiento podría partir de un viejo rumor que contaba que ambos eran amantes, y el rey, encelado por sus relaciones con Antonio Pérez enfureciera y le profesara un odio muy visceral. Otra teoría es que nunca fueron amantes, el rey lo habría intentado pero ella le rechazaba, de ahí su crueldad.
  Su encierro, por tanto, podría ser una venganza hacia ella, ya que realmente nunca quedó claro que Ana participara en las intrigas de Antonio ni en el asesinato de Escobedo, sino que se utilizara esto como excusa para su condena.
  Como curiosidad se cree que perdió el ojo derecho por el daño producido por la punta de un florete manejado por un paje cuando era niña. Otros creen que simplemente era estrábica y lo ocultaba para que nadie lo viera.
 La historia ha convertido a Ana en un estereotipo novelesco de la mujer fatal que manejaba los hilos del reino y aunque sí tuvo problemas y encontronazos con algunas personalidades como Santa Teresa, realmente ha podido ser victima de la crueldad de un rey y de las tramas de un hombre. 
  Era una mujer bastante importante en el siglo XVI y se vio envuelta en intrigas pero no de manera tan exagerada o tergiversada como los libros, cine o series nos han contado.




Muerte de Juan de Escobedo, de Lorenzo Valles
Princesa de Éboli
  
Antonio Pérez. Cuadro de Antonio Ponz


No hay comentarios:

Publicar un comentario