Si hay una institución que ha marcado la vida espiritual de la gente, pero no para bien, es la Santa Inquisición que se encargaba de juzgar los actos que creían que iban contra la palabra de Dios.
Fue fundada en 1184 en Languedoc (Francia) para luchar contra los cátaros en la llamada Cruzada Albigense.
La primera constancia de Inquisición en la península se produce en 1249 con su implantación en la Corona de Aragón, pero a Castilla no llega hasta 1478 con la bula papal "Exigit sincerae devotionis" dada por Sixto IV tras la solicitud de los Reyes Católicos para combatir las prácticas juadaizantes de los conversos de Sevilla.
Sus métodos se basaban sobretodo en la tortura con la cual intentaban sacar a toda costa una confesión, su máxima era que todo el mundo es culpable hasta que se demuestre lo contrario.
En este post no voy a profundizar más en el tema inquisitorial ni en sus hechos, eso lo dejaré para más adelante, sino que vamos a hacer un recorrido por los lugares que usaba la Santa Inquisición en Madrid y los restos que aún conservamos de ellos como edificios o calles que nos recuerdan lo que allí sucedió.
Madrid no tuvo Tribunal del Santo Oficio propio hasta 1650, anteriormente a esa fecha sus procesados eran juzgados en Toledo.
El primer juzgado se instaló en el convento de Nuestra Señora de Atocha con el nombre de Consejo de la Inquisición. Su función era la de supervisar y velar porque se siguieran las doctrinas de la Iglesia Católica y se eliminaran todos los actos de herejía.
Este primer Consejo Inquisitorial perduró hasta 1780 cuando se trasladó a la calle de la Torija. Con el nombre Consejo Supremo del Santo Oficio se estableció en un edificio propiedad del marqués de Siete Iglesias, Rodrigo Calderón, quien paradójicamente también sufrió en su cuerpo el potro de tortura. Esta casa todavía sigue en pie y en su fachada mantiene una inscripción "Exurge Domine et judica causam tuam" ("Álzate Dios y juzga tu causa") que da muestra de lo que les esperaba a aquellos que entraban a ese lugar para ser juzgados.
Foto ABC |
Una vez juzgados eran trasladados a la Plaza de Santo Domingo, un camino muy corto, donde estaban las celdas del monasterio de Santo Domingo, levantado en el siglo XIII y que servía como juzgado y cárcel inquisitorial, durante este paseo solían ser vejados por el pueblo temeroso de Dios y que quería que se castigara a todo aquel que hubiera infringido una de sus leyes. Este monasterio desapareció en 1869 y en su lugar se levantó la plaza que lleva su nombre y diversos edificios pudiendo encontrar en sus sótanos restos de las celdas.
Foto ABC |
Plaza de Santo Domingo elmundo.es |
El convento de Santo Domingo no era la única cárcel inquisitorial que encontramos en Madrid, ya que los condenados eran muchos y se necesitaba espacio. Esta falta de sitio se producía porque también se traían reos de otras ciudades dependiendo del delito que se había cometido.
Podemos encontrar cárceles en el Palacio de Santa Cruz (plaza de la Provincia), Casa de la Villa o en la calle de la Cabeza esquina calle de Lavapiés donde se ubicaba la Cárcel Inquisitorial o Cárcel Real (actualmente Centro de Mayores Antón Martín). En estos lugares los presos sufrían constantes torturas para confesar crímenes que quizás nunca hubieran cometido.
Antiguas celdas de la cárcel inquisitorial de la calle de la Cabeza, lavanguardia.com |
lavanguardia.com |
Centro de Mayores Antón Martín, lavanguardia.com |
Palacio de Santa Cruz Foto de Gryffindor |
Casa de la Villa Foto Pazit Polak |
Las ejecuciones se hacían mediante degollamiento, hoguera, horca o garrote vil, de hecho era un espectáculo bastante concurrido, las gentes solían acudir para ver como moría el hereje, incluso la familia real disfrutaba de esta cruenta visión.
Uno de los lugares donde más Autos de Fe, existían también los Autillos de Fe cuya única diferencia es que eran más íntimos (usualmente un solo reo) y solo acudían los convocados a él, se realizaron fue en la Plaza Mayor, normalmente los que iban allí partían de la Cárcel de Santa Cruz para ser ejecutados en ella y es allí donde con más frecuencia acudían los reyes.
La plaza dividió los lugares de ejecución. Horca delante del portal de Paños, garrote vil en la Casa de la Carnicería y degollados en la Casa de la Panadería. En 1805 estos Autos de Fe se trasladaron a la Plaza de la Cebada.
Auto de Fe en la Plaza Mayor de Madrid, de Francisco Rizzi |
Pero para todos aquellos que sí eran condenados a morir quemados se disponían quemadores a lo largo de la ciudad. La ejecución por hoguera era la más cruel, junto al garrote vil, y se solía utilizar para los crímenes más graves. El reo sufría muchísimos dolores mientras se quemaba su carne.
Podemos encontrar quemadores en lugares tan transitados como en la confluencia de las calles Claudio Coello, Conde de Aranda y Columela, desaparecidos en 1743, glorieta de San Bernardo, iglesia de San Ginés o quizás el lugar más recordado por ello la Plaza de la Cruz Verde, llamada así por una gran cruz de madera pintada en color verde instalada por la inquisición por ser su símbolo.
Plaza de la Cruz Verde, tripadvisor |
Una vez ejecutados eran llevados a lugares como la calle del Cenicero, conocida con ese nombre en recuerdo a los vecinos que allí vivían y se dedicaban a recoger los restos de los reos muertos.
Oficialmente la Inquisición fue abolida en 1834 pero a lo largo de su historia ha dejado una huella imborrable por el sufrimiento que padecieron miles de personas y también por los lugares por los que paseamos muchas veces sin saber lo que en el pasado ocurrió.
Auto de fe de la Inquisición, Francisco de Goya |
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