martes, 30 de junio de 2020

La primera cirujana

  España es un lugar en el que hemos tenido grandes pintores, escritores o médicos pero pocas veces nos explican quienes fueron sus homólogas. En este relato voy a presentar a la primera cirujana que tuvo este país.
  Elena de Céspedes Céspedes como se la conocía, nació en Alhama de Granada en 1545 hija de Benito de Medina y una esclava, Francisca Medina, de su propiedad por lo tanto nació mulata y sierva. Su infancia no fue nada fácil, tuvo que servir en la casa de su señor hasta la edad de dieciséis años cuando su padre, que hasta entonces no había ejercido como tal, no se sabe si arrepentido o por algún interés oculto decidió darle la libertad, su apellido y una dote para casarse. Y así lo hizo, se casó con Cristóbal de Lombardo, un albañil de Jaén, surgiendo de esta unión un hijo, también llamado Cristobal, al cual dio en adopción a un panadero de Sevilla al poco tiempo, además abandonó a su marido.
  Tras vagar por varios pueblos como Jerez de la Frontera, Marchena o Arcos de la Frontera se acabó asentando en Granada trabajando como tejedora para posteriormente empezar en los oficios de labrador y pastor. Estos trabajos eran normalmente ejercidos por varones por ello Elena empezó ahí su vida como hombre haciéndose llamar Eleno de Céspedes o simplemente Céspedes. 
  Pero Elena era un culo inquieto y viendo que en Granada empezaban las revueltas de los moriscos no se le ocurrió otra cosa que enrolarse en la Compañía de don Luis Ponce de León y marchar a la guerra como como soldado. 
  Una vez terminada la batalla en 1570 marchó a Madrid donde volvió a la costura, pero esta vez de sastre ya que siguió con su vida como Eleno.
  Es en la capital donde entabla amistad con un cirujano que le enseñó a coser heridas y a curar algunas enfermedades, gracias a esto descubre su gran pasión, la cirugía. Su maestro le consiguió libros y le dejó ayudarle en algunas intervenciones pero como no tenía título se marchó a El Escorial para ejercer en un lugar más discreto pero no hubo suerte, un vecino, lo reconoció de su época en Madrid y lo denunció por ejercer sin título. Así que volvió a la Villa y consiguió dos títulos, uno para poder sangrar y purgar y el de cirugía. convirtiéndose en la primera cirujana de la historia de este país.
  En su vida privada también ejercía como hombre y sus relaciones siempre eran con mujeres pero nunca nada serio hasta que conoció a María del Caño con quien se quería casar pero para ello tenía que pasar una prueba: tenía que demostrar que tenía genitales masculinos. Esto pasó porque le veían imberbe y con la voz demasiado aguda, por lo que se llegó a pensar que estuviera castrado. Hay tres versiones de como pudo pasar la prueba primera, sobornando al quien le tenía que examinar; segunda, que, utilizando sus conocimientos se implantase ella misma los genitales masculinos de un muerto para pasar la prueba y luego quitárselos; y tercera, la versión que siempre defendió: era hermafrodita.
  Una vez pasada la prueba se casaron en Yepes (Toledo) el 11 de mayo de 1586 pero su felicidad solo duró un año, otro vecino, esta vez de Granada le reconoció y le denunció por hacerse pasar por hombre y ejercer de cirujano. Además descubrieron que había estado casada anteriormente por lo que fue acusada de bigamia, sodomia y burlas a la Iglesia así que fue juzgada por la Inquisición en Toledo. 
  Fue obligada a pasar otra prueba que efectivamente dio como resultado que era mujer, aunque ella alegaba que era hermafrodita. El tribunal lanzó su pena. 

 Queda claro que Elena, aprovechando sus más que solventes conocimientos médicos, había preparado algún tipo de artilugio a través del cual convencer a los testigos sobre su condición masculina. En nuestra opinión, bien pudo haber usado los genitales de un cadáver recientemente fallecido, para poder exhibirlos en el lugar en donde se encontraban los suyos, femeninos. Estamos pensando en la posibilidad de llegárselos a coser durante el tiempo que duraran las exploraciones, para luego rápidamente quitárselos.

Y por eso le acusó de…

Usurpación del hábito masculino y de las prerrogativas del varón, el de burlarse del sacramento del matrimonio, pero sobre todo el delito de sodomía contra otra mujer, a la cual había desflorado con un instrumento que simulaba el miembro viril.

  Su pena fueron cien latigazos en la plaza de Toledo, cien ante la iglesia de Yepes, y obligada a trabajar, como mujer, un periodo diez años en el Hospital Real de Toledo sin recibir ninguna paga.
  María se libró diciendo que ella era inocente, que se acostaban con la luz apagada y que, como buena cristiana, nunca le había visto los genitales y mucho menos tocarlos. 
  Su caso fue muy famoso por lo que el director del hospital pidió su traslado al hospital de El Puente del Arzobispo por "el grande estorbo y embarazo" que su presencia causaba. Nunca más se supo nada de Cépedes.
  Elena demostró que una mujer podía ser cirujano y también, aunque en esa época no lo creyeran, que las mujeres tenían inteligencia. 
  En ese siglo no lo podía confesar y seguramente le hubiera costado la muerte pero lo más seguro es que Elena realmente se sintiera hombre, es decir era transexual, aunque por lo poco que se sabía en aquellos tiempos y lo que nos ha llegado no se sabe si en realidad podría ser lesbiana o hermafrodita como ella defendía.
  El caso es que Elena o Eleno como vivió casi toda su vida, fue pionera en muchos aspectos y consiguió poder ser libre durante un tiempo, aunque la intolerancia al final lo corrompió todo.
  
Eleno de Céspedes: Un transexual en la España de Felipe II ...

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario