sábado, 18 de julio de 2020

Don Rodrigo y Hércules

  En Toledo siempre ha existido la tradición subterránea, es decir, cuando alguien quería hacer alguna actividad que estaba prohibida se solían reunir en lugares bajo tierra.
  Uno de estos lugares es el llamado las Cuevas de Hércules que están situadas bajo los restos de la iglesia de San Ginés, desaparecida en 1841. Relata el mito que fueron escavadas por Tubal o Hércules el Egipcio para albergar la cátedra donde enseñaba ciencias ocultas. Se cuenta que en estas cuevas había figuras y dibujos que se escondieron antes de la entrada de los musulmanes y que si alguna vez se revelaban traerían multitud de catástrofes además fue el lugar donde el joven judío del manuscrito de Roso de Luna encontró la mesa del Rey Salomón.
  Realmente se cree que estos subterráneos fueron construidos por la población iberorromana como una especie de refugio y que las pinturas y estatuas escondidas sean de ritos paganos y se guardaran cuando el cristianismo se hizo oficial en la Ciudad Imperial, ya que al principio se patrocinó una lucha iconoclasta, lucha contra el culto a la imágenes, contra ellas (por eso apenas hay imágenes romanas en Toledo). Posteriormente sirvieron como escondite de cristianos cuando eran perseguidos por los musulmanes. Algunas investigaciones posteriores discrepan de todo esto y aseguran que eran parte del sistema de cisternas de abastecimiento de Toletum.
  Hay una última leyenda que está relacionada con el último rey godo de la península Don Rodrigo y la caída del reino en manos árabes. Se dice que tras su construcción por parte Hércules como un gran palacio este decidió marcharse no sin antes dejar un candado en la puerta y a diez guardianes custodiando la llave y con orden de que si alguno moría debía ser rápidamente sustituido.
  Pasó un tiempo y se instauró la tradición de que cada nuevo monarca colocara un candado nuevo como homenaje a su creador, así hasta veinticuatro. Esta costumbre acabó en el 710 con la subida al trono de Rodrigo, quien no solo se negó a poner un candado sino que quiso entrar en ellas, a pesar de las súplicas de sus consejeros y pidió las llaves de los candados pero como no llegaron a tiempo los arrancó.
  Una vez dentro encontró cuatro estancias una blanca, una negra, una verde y una roja. Visitó las dos primeras estancias sin encontrar nada pero al llegar a la tercera halló una labrada arca cerrada por un candado el cual también reventó. En su interior había una tela blanca con dibujos de hombres armados con arcos, flechas, lanzas y pendones, montados sobre caballos y todos ellos vestidos a la manera árabe. En ella también había una inscripción que rezaba: "Cuando este paño fuere extendido y aparecieran esas figuras, hombres que andarán así vestidos conquistarán España y se harán de ella señores". Preocupado y arrepentido abandonó la cueva y ordenó silencio a sus soldados. 
  El palacio fue atacado por un águila con un tizón ardiendo en el pico el cual depositó en el suelo y batió sus alas para avivar el fuego el cual redujo a cenizas la estancia en pocos minutos. Tras ello bajaron más aves que tomaron las cenizas y las esparcieron por todo el reino. Al poco tiempo, año 711, los musulmanes tomaron la península.
  
Carlos Delgado
  

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