jueves, 3 de septiembre de 2020

La monja alférez

   Normalmente a lo largo de la historia se suelen celebrar las hitos en batalla de muchos son considerados auténticos héroes de guerra, pero si es el caso de una mujer está más silenciado. Este el caso de nuestra protagonista de hoy.

  Catalina Erauso y Pérez Galarraga nace en San Sebastián (Guipuzcoa) hija del Miguel de Erauso y de María Pérez de Gallárraga y Arce. Su bautizo se hizo en  la parroquia donostiarra de San Vicente por el vicario Albisua el 10 de febrero de 1592, por eso se cree que nació en esa fecha aunque hay algunas crónicas que dicen que fue en 1585. Su familia tenía una posición acomodada ya que su padre era militar comandante de Guipúzcoa al servicio de Felipe III.

  Desde pequeña solía jugar con sus hermanos y padre a la guerra pero con solo cuatro años es recluida en el convento dominico de Donostia junto a sus hermanas Jacinta, Isabel y María Juana. Esto se debió sobretodo a que la madre superiora, Úrsula de Urizár y Sarasti, era prima de su padre. No era raro que esto pasara porque se hacía normalmente para que fueran educadas como católicas, con las funciones propias de una mujer y salir solo para ser casadas.

  Pero su carácter fuerte y a veces violento chocaba con la vida monacal por lo que la internaron en el convento de San Bartolomé de reglas mucho más estrictas. Allí duró hasta 1600 o 1607, dependiendo de su año de nacimiento, cuando contaba con 15 años, cuando tras una pelea con una novicia fue encerrada en su celda a esto se le sumó que no quería tomar los hábitos así que decidió disfrazarse de campesino y se escapó el 18 de marzo. 

  Empezó a deambular por Vitoria, Valladolid, Toledo, Madrid y Pamplona, siempre vestida de varón y desempeñando servicios propios de hombre hasta que en Sevilla embarcó en la nao del general de Mar Echazarreta con destino América. Desde entonces empezó a llamarse Alonso Díaz y Ramírez de Guzmán. Allí pasó por Portobello, Cartagena de Indias, Trujillo, Lima y finalmente Santiago de Chile donde sirvió como soldado en el ejercito de su hermano, el alférez Miguel de Erauso que nunca supo quien era. 

  Por méritos propios ascendió a a alférez debido a su lucha contra los araucanos. Luchó en lugares como Potosí, Chuquisaca, Lima, Cuzco, Huamanga, hasta que la fue amenazada por la justicia por diversos problemas ya que tenía fama de crueldad con los indígenas. Debido a esto revela que es mujer y además monja, esto último era mentira. El obispo Agustín de Carvajal la manda a Europa para que arreglara su situación ante el papa. 

  Llega a Sevilla en 1624 y desde allí va a la corte porque Felipe IV quería conocerla. Una vez que se vieron reafirmo su condición militar, desde entonces "la monja alférez", la permite seguir usando el nombre masculino y le da una paga por sus servicios prestados. Tras ello va a Roma y es recibida por Urbano VIII que también le permite seguir vistiendo como hombre.

  Tras todo este periplo en 1630 decide ir a Veracruz (México) donde murió en 1650 en circunstancias nada claras. Su cuerpo descansa en el Real Hospital de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción en Orizaba (México).

  Sin duda fue una mujer bastante conocida en su época, no a todo el mundo les recibía un rey o un papa, y aunque en literatura o cine sí ha sido bastante representada ha sido muy invisibilizada en los libros de historia.

Atribuido a Juan van der Hamen.

  

  

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