La tumba del Tostado

   Hay hombres que han desempeñado cargos importantes en vida y a su muerte quieren que esto quede reflejado en sus sepulcros.

  Se suele decir que hay arte en todos los sitios y es verdad porque hasta en la muerte lo hallamos en los diversos monumentos funerarios construidos en España. Uno de los más importantes lo encontramos en la parte trasera del Altar Mayor de la Catedral de Ávila y está dedicado a Alonso Fernández de Madrigal, el Tostado, quien fue Obispo de Ávila desde 1454 hasta su muerte en dicha ciudad el 3 de septiembre de 1455.

  El sepulcro fue encargado al escultor Vasco de la Zarza quien se había especializado en este tipo de obras tras su formación en Italia. A su regreso a España hizo sepulcros para el obispo Gutierre de la Cueva, Hispanic Society of America, el obispo de Ávila Alonso Carrillo de Albornoz, Catedral de Toledo, entre otros. Debido a esta fama Alonso decidió que lo hiciera él.

  Entre 1520 y 1524 realizó esta escultura en alabastro y lo montó en forma de retablo en el centro del trasaltar mayor de la catedral, y en él se ven grandes influjos de la escuela lombarda donde se cree que se formó.

  El sepulcro está estructurado en un banco con hornacinas avenaradas con figuras de las virtudes. Sobre ellas, entre columnas grutescas, aparece la imagen del obispo el cual está sentado sobre su cátedra, vestido con capa pluvial y mitra. Además se le muestra escribiendo sobre un atril, algo que solía hacer en vida. Tras él se ve un fondo circular que recuerda al estilo gótico y en el cual se ven figuras de le Epifanía. Todo ello coronado con un friso con el relieve cabalgata de los Reyes Magos y sobre él un ático de la Natividad.

  Por último a cada lado encontramos dos calles con decoración heráldica y tenante en el banco, esculturas de los evangelistas del mismo tamaño que la de Alonso y sobre ellos medallones de santos varones. Todo se completa con ornados grutescos en los fustes y friso, en cuyo panel central hay un ático sobre el entablamento en el que se ven escenas de la vida de Cristo.

  Todo esto hace que sea una auténtica joya del arte funerario del primer renacimiento castellano.