Gótico, uno de los artes más antiguos de Europa y también de los que más belleza ha aportado a España tanto en edificio religiosos como civiles.
En la Ciudad de Imperial, muy cerca de las murallas que dan al río Tajo se encuentra uno de los edificios más bellos de Toledo, el Monasterio de San Juan de los Reyes. La historia de este edificio comienza con la victoria de las tropas de Isabel y Fernando en la Batalla de Toro (Zamora) contra Alfonso V de Portugal y Juana la Beltraneja en 1476, algo que despejaría el camino para su reinado y para conmemorarlo Isabel decidió fundar un monasterio en Toledo en honor a San Juan. En 1477 el diseño es encargado a Juan Guas quien lo edificó en estilo gótico isabelino. Sin embrago él no pudo terminarlo al morir en 1496 y finalmente lo concluyó Enrique Egas cuando ya solo quedaba el claustro.
El Monasterio se organiza en torno a una iglesia rectangular que da paso al convento cuadrangular con claustro interior. Lo primero que se observa es una sacristía a la cual se accede a través de una puerta coronada por un conjunto escultórico flamenco del Calvario en el cual María y San Juan flanquean una cruz convertida en Árbol de la Vida en el cual hay un pelícano alimentando a sus crías (esto simboliza a Cristo) y ya dentro se observa una bóveda de crucería y murales. Tras ella se encuentra la iglesia (levantada en el siglo XVII) de de una sola nave, ábside hemidecagonal y coro elevado a los pies. Además posee capillas entre los contrafuertes. Además contiene grandes ventanales apuntados con tracerías flamígeras y bóvedas tardogóticas estrelladas.
Posteriormente empieza ya el monasterio en el que destaca un claustro de dos pisos. El inferior tiene arcos apuntados con tracerías de purismo gótico mientras que el superior lleva arcos mixtilíneos de influencia andalusí y cubierta de madera artesonada mudéjar.
En cuanto a su exterior se observan decoración típica del gótico además de doce estatuas de heraldos para demostrar el poder real, escudos y unas cadenas que cuentan que son de los cristianos liberados tras la toma de las ciudades musulmanas.
Realmente este monasterio se creó como Panteón Real para Isabel y Fernando pero finalmente decidieron ser enterrados en Granada así que siguió con su vida monástica la cual fue tortuosa ya que en 1808 las tropas napoleónicas lo incendiaron perdiéndose parte de sus estancias, tras la Desamortización de Mendizábal se convirtió en museo, en 1881 Arturo Mélida lo restauró y se volvió a convertir en cenobio Franciscano además es Bien de Interés Cultural.
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