jueves, 15 de julio de 2021

El convento de las dos veces muerta

   España es un país que guarda gran parte de su patrimonio en buen estado pero también hay otra parte que ha llegado en ruinas.

  En la zaragozana localidad de Maella se guardan algunos de los edificios más bellos de la provincia pero también hay uno que aunque sigue parte en pie está prácticamente en ruinas, el monasterio de Santa María de la Trapa de Santa Susana cuya historia nos remonta a la muy Alta Edad Media.

  La vida de este lugar comienza en el siglo VI cuando la Orden de San Benito decide levantar en este lugar un convento para servir a sus frailes los cuales lo abandonarían cuando los musulmanes tomaron la zona. Una vez cristianizado el terreno la Orden de Calatrava reconstruyó todo el cenobio y se lo cedió en 1226 a los monjes cistercienses del monasterio de Santa María d´Escarp (Lleida) para establecer una comunidad dependiente de ellos. Ya en 1341 el arzobispado de Zaragoza les dio permiso para poder pedir limosna con la cual levantaron la iglesia gótica (de la visigoda original no queda nada) de piedra sillar con tres bóvedas de crucería (en el centro de ellas está la flor de Lis calatrava), torre de tres cuerpos cuadrada rematada con chapitel bulboso adosada al monasterio. 

  En 1507 la iglesia junto con el señorío de Maella pasó a manos de Miguel Pérez de Almazán quien quiso fundar una ciudad, Villanueva de Almazán, a su lado pero no prosperó. En esta época todavía estaba en pleno auge como corrobora que varias reliquias de Roma llegaran en 1587 pero el siglo XVII le causó mucho daño debido a las diversas guerras. Todo esto hizo que en 1796 Carlos IV se lo cediera a la comunidad de la Trapa francesa que lo intentó revitalizar pero la Guerra de Independencia y la posterior desamortización acabaron con él quedando en pie solamente la antigua iglesia gótica.

  Pero aún así guarda una leyenda que tiene que ver con su nombre el cual, según la tradición popular, viene de una joven llamada Susana que fue martirizada en Roma, tras lo cual milagrosamente unos Ángeles trasladaron su cuerpo hasta Amposta (Tarragona) donde volvió a la vida habitando durante 24 años una cueva solo asistida por estos seres celestiales. Pasado ese tiempo le pidieron que vistiera de hombre e ingresara en el convento benedictino de Maella. Allí fue recibida con gran alegría ya que hizo numerosos milagros. Pero años más tarde, cuando los musulmanes ocuparon la zona, fue degollada, cerca de un pino, por segunda vez. En ese momento los Ángeles volvieron a tomar su cuerpo y la enterraron en un lugar secreto del monasterio que desde ese día cogió su nombre.



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