martes, 20 de julio de 2021

El palacio belga de Bilbao

   El siglo XIX fue una época en la que la gente buscaba construirse casas pero que rompieran con los estilos anteriores.

  En pleno centro de Bilbao existe un edificio que no deja indiferente a nadie que lo ve gracias a su poderosa fachada que aúna todo o nuevo que se estaba creando en el siglo XIX, el Palacio Chávarri

  La historia de este edificio comienza en 1888 cuando los hermanos Víctor, marqués de Triano, y Benigno Chávarri para servir como vivienda y para ello contó con Atanasio de Anduiza en colaboración con el arquitecto belga Paul Hankar quien baso su diseño en una obra anterior suya de Bruselas; el Hotel Zegers-Regnard. Esto se hizo así porque Víctor estudió en Lieja y quería que su casa se pareciera al Renacimiento flamenco.

  En 1894 concluyen las obras que dan como resultado un palacio de más de 5000 metros cuadrados construido con zócalo, planta baja, tres alturas y piso amansardado con una fachada en chaflán, plaza Moyúa, con recuerdos historicistas y modernistas inspirados en el renacimiento flamenco. En su exterior se observa que posee una fachada asimétrica en la cual destaca sus piedras de distintos colores, formas rotas, y una gran cantidad de ventanales y balcones de distintas formas que le aportan un gran dinamismo y originalidad. Por último en la parte trasera se levantó un jardín al que se le añadieron construcciones posteriores.

  Su interior es donde se mantiene la mayor ornamentación ya que se cuidó al detalle la decoración de cada una de sus salas en las que colaboraron los grandes artesanos de su época, entre ellos José Echenagusia Errazquin, ya que posee pinturas cenitales, puertas policromadas y numerosos pormenores que que dan un gran lujo a todo el inmueble.

  En cuanto a su historia se sabe que sirvió como vivienda hasta que en 1939 se lo vendieron a una 3empresa italiana que pretendía derribarlo y levantar viviendas pero por fortuna España lo impidió y lo adquirió para convertirlo desde 1943 en sede del Gobierno Civil de Vizcaya tras una reforma de Eugenio María Aguinaga. Actualmente esta joya de la arquitectura bilbaína de finales del XIX acoge Subdelegación del Gobierno en Vizcaya por lo que popularmente se la conoce como “la embajada española” y además cuenta con la declaración de Bien de Interés Cultural.





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