En la madrileña localidad de Móstoles se levanta un lugar dedicado a la imagen de una Virgen que tiene una gran tradición en la ciudad ya que se trata de su patrona cuyo hogar es la ermita de Nuestra Señora de los Santos.
La historia de este templo empieza en el año 1602 cuando Constanza de Rojas, madre del Beato Simón de Rojas, cede a la ciudad una casa de su propiedad para levantar una iglesia a la patrona de la ciudad. Pero no fue la única donación que recibe esta causa ya que la era tal la devoción de los mostoleños por la Virgen que fueron ellos quienes costearon todas las obras con donaciones, de hecho las posteriores rehabilitaciones también se sufragaron así. En 1605 culminan dando como resultado una construcción barroca de una sola nave cubierta por bóveda de cañón sujetada con pilastras toscanas. En su exterior se observa que se erige con ladrillo y cajones de mampostería de escasa ornamentación.
Su interior, al cual se accede por dos puerta adinteladas, es el que posee mayor decoración ya que en él se halla un retablo de Domingo Francisco de Valdearenas (1717) que sigue las directrices de Churriguera y flanqueado por imágenes nuevas del sagrado corazón de Jesús y María. Aquí también se guardan espejos del siglo XVII, cornucopias, cuadros... que rodean a un camarín donde se halla la Virgen de los Santos y una figura de barro de San Juan y el Niño Jesús esculpida por Luisa Roldán "la Roldana".
En 1618 se le añadieron un cuarto y una capilla nueva, costeadas con la venta de tierras en Cerro Prieto, y 1680 se construyó la capilla principal por parte de los maestros de albañilería José Carrasco, de Móstoles y Cristóbal Rodríguez, de El Escorial.
Todo esto se hizo para honrar a la patrona de Móstoles cuya imagen fue hallada en 1514 por unos niños dentro de una cueva. Tras ello fue colocada en un pequeño edificio anexo a la casa que luego fue sustituido por la ermita.
Debido a este valor histórico la ermita, la cual también fue hospital de sangre durante la Guerra Civil, ha sufrido multitud de reformas y fue nombrada Bien de Interés Cultural en 1994.
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