jueves, 12 de agosto de 2021

El covento ahora iglesia

   Las iglesias son una gran parte del patrimonio que posee España y en cada ciudad a la que vayamos solemos encontrar alguna.

  En Huesca hay mucho patrimonio por conocer que hacen de la ciudad una de las más bonitas de España y que nos hacen retroceder al pasado de la ciudad. Uno de estos monumentos es la iglesia de Santo Domingo y San Martín cuya historia nos lleva al siglo XIII.

  La historia de este templo comienza en 1254 el infante don Alfonso, hijo de Jaime I el Conquistador, decide fundar un convento dominico en la ciudad para servir como su lugar de enterramiento, aunque no lo consigue ya que al morir en 1260 fue inhumado en el Monasterio de Veruela. Tras su muerte el cenobio de Santo Domingo siguió recibiendo privilegios y tierras por parte del rey haciendo que fuera creciendo. Pero su ubicación fuera de las murallas hizo que estuviera bastante desprotegido como se vio en 1362 cuando en la Guerra de los Pedros, Pedro IV el Ceremonioso de Aragón y Pedro I el Cruel o el Justiciero de Castilla el aragonés mandó que se destruyera para que no se convirtiera en cuartel enemigo.

  Tras ello a finales de siglo fue reconstruido y durante los dos siguientes siglos fue siendo transformado al construírsele varias capillas, siendo las más importantes la Capilla de Nuestra Señora y la de Nuestra Señora del Rosario. Así transcurrió hasta 1687 cuando se derribó de nuevo para levantar el que vemos actualmente en 1695 bajo la dirección de Fray Antonio Falcon.

  Lo que aquí ahora se observa es una iglesia, muy desvirtuada de la original al no ser ya monasterio, barroca levantada con mampostería y ladrillo en la que se observa que posee planta de cruz latina de una única nave, capillas laterales comunicadas, bóvedas de cañón con lunetos (menos el crucero ya que posee una cúpula semicircular con linterna y sin marcado en base) y cabecera recta rodeada por dos estancias. Además tiene coro alto a los pies y tribunas sobre las capillas.

  Exteriormente cuenta con una fachada levantada en el siglo XIX siguiendo los cánones jesuíticos barrocos y decoración bastante sobria mientras que en su interior es bastante profusa tanto en pinturas murales, relieves de estucos barrocos y arrimaderos de azulejos.

  Gracias a todo esto el 3 de abril de 2005 fue declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento.





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