En la provincia de Cáceres se sitúa la localidad de Alcántara, conocida en gran medida por su puente romano pero no es la única construcción de esta época que allí se haya pues en el lado meridional se encuentra uno de los monumentos mejor conservados de la Hispania del siglo II, el templo romano de Alcántara.
La historia de este lugar comienza en el año 103 cuando el arquitecto Caius Iulius Lacer (también constructor del puente y del arco del triunfo) lo levanta en honor de los dioses romanos y al emperador Marco Ulpio Trajano en lo que entonces era la provincia romana de Lusitania.
Se trata de un templo votivo de planta rectangular con una sola nave o cella construida en granito y coronada por un tejado a dos aguas hecho con losas de piedra. Además posee un frontón triangular con molduras en sus bordes y tímpano liso sobre una puerta flanqueada por dos columnas toscanas que da paso a un interior que en su tiempo pudo estar dividido en naos y pronao. Es en este interior donde hay un dintel con inscripciones (no originales ya que fueron encargadas por Felipe IV e Isabel II) en honor a Trajano y la tumba del arquitecto romano Cayo Julio Lacer.
La historia de este lugar como templo pagano duró hasta 1169 cuando el rey Fernando II de León toma la ciudad de Cáceres y decide convertirlo en la capilla de San Julián por ello se le añadió una espadaña, hoy desaparecida, y una cruz sobre una calavera con tibias, ahora trasladada a la parte posterior. Esta conversión hizo que se convirtiera en un hito que marcaba el camino hacia Santiago de Compostela.
A parte de toda su historia la importancia de esta construcción radica en su gran estado, en parte gracias a su cristianización, ya que junto al templo romano de Vich (Barcelona) son los únicos en España con un alto grado de conservación ya que están prácticamente enteros.
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