Todas las ciudades guardan secretos y algunos de ellos fueron de difícil construcción debido a su localización.
En la zona de Melilla la Vieja encontramos multitud de edificios que nos llevan al pasado de la ciudad y uno de los más curiosos son las Cuevas del Conventico formadas gracias a la naturaleza.
Localizadas en la Cala de Trápana estás grutas naturales se formaron gracias a la erosión que el agua del mar produjo sobre la roca. Esto hizo que fuera un lugar muy atractivo para fenicios, romanos o árabes para poder esconderse dentro junto a sus barcos y así esperar a mejores condiciones para salir o que no hubiera peligro. Ya con Melilla en manos castellanas estos hicieron lo mismo y así continuaron hasta el siglo XVIII cuando se decidió excavarle varios niveles más para poder ser utilizado como almacenes o refugio como pasó en Sitio de Melilla (1774-1775), cuando la población se guareció en ellas.
Se trata de una gran cavidad abierta reforzada por un arco parabólico de piedra y ladrillo en cuyo interior se hayan tres niveles intercomunicados entre ellos de abajo a arriba. El primero consta de dos naves cruzadas y fue utilizado como iglesia; el segundo tiene un conjunto de salas comunicadas y con ventanas exteriores; y el tercero es parecido al anterior pero con estancias de menor tamaño.
En cuanto a su historia se sabe que su nombre proviene por estar comunicada con El Convento y el Conventico, hallados en la muralla de la Cruz, que se celebraban oficios religiosos en su iglesia y que los soldados crearon nichos para poder dormir durante los asaltos. Además se sabe que en 1925 la construcción del Puerto de Melilla la ensenada se llenó de arena formando una playa. Ya en 1993-95 se levanta el arco y las bóvedas.
El acceso a las cuevas se hace desde el Museo de Arte Sacro y forma parte del Conjunto Histórico Artístico de la Ciudad de Melilla. Bien de Interés Cultural desde el 11 de agosto de 1953.
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