Los castillos conforman un gran patrimonio que nos permite ver como se vivía en la época en la que se construyeron.
España es una tierra que está llena de castillos los cuales conforman un gran patrimonio que nos permite observar como eran las condiciones de vida de los nobles de la época y uno de los mejores ejemplos lo hallamos en Navarra, el Castillo palacio de Marcilla.
La historia de este lugar comienza en 1424 cuando el rey de Navarra, Carlos III el Noble, entrega mil libras y materiales a Mosén Pierres de Peralta (también nombrado Pedro de Peralta y Ezpeleta) para la construcción de una fortaleza en Marcilla, la cual le fue cedida en 1429 por los reyes de Navarra, Juan II y Blanca I, junto al castillo de Andosilla, Cárcar, Peralta y Funes.
Mosén siempre fue un personaje bastante oscuro debido a sus intrigas, algo que se puede observar en como convirtió a Nicolás de Chávarri en obispo de Pamplona en 1469 pero ese mismo año ordenó su muerte a lanzadas. Esto le costó la excomunión pero como era el favorito del rey el papa Sixto IV le perdonó en 1472 a cambio de crear una capilla para el fallecido y luchar en Granada. Además lideró el bando agramontés. El caso es que su hijo, Pierres el Joven, no se quedó atrás ya que en 1464 encarceló y envenenó a la princesa Blanca por orden de Juan II de Aragón. A este le sucedió Alonso Carrillo de Peralta, I marqués de Falces, cuya esposa, Ana de Velasco, se enfrentó en 1516 a las tropas del coronel Villalba las cuales traían ordenes del Cardenal Cisneros para destruir el castillo y de hecho consiguió que fuera el único que no fue destruido cuando Castilla se anexionó Navarra.
Gracias a todo esto lo que ahora se observa es una fortaleza gótica levantada con ladrillos sobre taludes de piedra y rodeada por fosos en los que había un puente levadizo. Además, en sus esquinas se levantan cuatro torreones prismáticos y en el centro se ubicaba otra más alta, esbelta y almenada en la que se construyeron saeteras. Todo se completa con un patio de armas en torno al cual se distribuían todas sus estancias.
En cuanto a su historia se sabe que fue residencia de los marqueses de Falces más de 400 años hasta que en 1976 se lo vendieron al Gobierno de Navarra. Además, en él se guardó la Tizona (la espada del Cid Campeador en la cual hay una inscripción que reza "Io soi Tisona, fue fecha en la era de mile cuarenta") ya que fue entregada por Fernando el Católico a Mosén en 1470. Allí permaneció hasta la Guerra Civil cuando fue trasladada a Madrid para exponerla en el Museo del Ejército (ahora en el Alcázar de Toledo) donde estuvo hasta que en 2007 la compró la Junta de Castilla y León y la llevó al Museo de Burgos.
Gracias a su conservación e historia este monumento está declarado Bien de Interés Cultural.
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