El comercio siempre ha sido una actividad capital para el desarrollo de las distintas ciudades que hay en España y para poder llevar a cabo sus actividades se construyeron lugares para tal efecto y uno de ellos es la Lonja de Zaragoza.
El origen de este lugar se sitúa en el 18 de febrero de 1541 cuando, a petición de los comerciantes y del arzobispo Hernando de Aragón, la ciudad decide levantar un nuevo edificio que sirviera para que en él se llevaran a buen término los intercambios económicos o mercantiles que hasta entonces se hacían en la Seo y en otras iglesias. Para su construcción se contó con Juan de Sariñena, maestro de obras de Zaragoza y de la Diputación del Reino, quien inició las obras en 1541 y las finalizó en 1551.
Lo que aquí se ve es un edificio renacentista aragonés de base rectangular cuyas fachadas están muy inspiradas en los palacios florentinos del quattrocento (siglo XV) aunque posee materiales distintos ya que estos se hacían con piedra y la lonja es de ladrillo.
En su exterior se observa que está construida con la técnica rejola y aljez (un tipo de ladrillo al que se le mezcla argamasa de yeso) como era habitual entre los alarifes mudéjares ya que la piedra era muy escasa en Zaragoza y se la decora con banda de rectángulos verticales rehundidos sujetada por una moldura de imposta o cornisa ornamentada por dentículos que parte la fachada en dos. La parte de abajo es de decoración bastante sencilla y en ella se observan que en cada fachada se abren tres vanos a modo de puerta en forma de arcos de medio punto abocinados, levantado a imitación de arquivoltas, con alfiz resaltado en el ladrillo. La parte de arriba está construida en forma de galería de arcos dobles con ventanas germinadas separadas por pilares y decoradas por tímpanos, de arquillos dobles, con un medallón cerámico. Todo se remata por un alero de madera a cuatro aguas coronado por cuatro linternas en las esquinas ornamentadas por azulejos mudéjares.
En cuanto a su interior, adjudicado a Gil Morlanes el Joven, se observa que es un espacio totalmente diáfano cuya decoración se asemeja más al gótico con elementos renacentistas. Todo este lugar se sustenta por columnas aragonesas y se ornamenta con esculturas en los derrames de los intradoses de las ventanas, florones en las claves, grutescos, tondos, motivos clásicos y una banda en letra gótica pero escrita en castellano. Posee también un aportada interior decorada con dos estípites antropomorfos, puttis en las claves sosteniendo el escudo de Zaragoza y en el centro el de Carlos V. Todo se completa con una especie de desván que servía como armero.
Todo esto hace que este conjunto tenga un armonioso diseño en el que se reinterpreta a los palacios italianos. Por todo ello esta joya, actualmente conocida como Sala de Exposiciones La Lonja, se ha ganado ser nombrada Bien de Interés Cultural.
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