No todo el patrimonio de España está a primera vista a veces hay que buscarlo bien para poder disfrutarlo.
Paseando por las calles de las distintas ciudades o pueblos de España podemos toparnos con multitud de edificios que componen un gran patrimonio pero no siempre es tan fácil dar con este tipo de lugares ya que a veces debemos buscar bien para hallarlos ya que están escondidos y hay que buscarlos para poder ver todos sus secretos y un claro ejemplo lo hallamos en la ibicenca localidad de Sant Antoni de Portmany donde se ubica la capilla subterránea de Santa Inés o Cova de Santa Agnès. Pero, ¿por qué se construyó así?
Según la tradición en el año 1300, más concretamente en el 23 de agosto (víspera de San Bartolomé), un barco navegaba por el Mediterráneo cuando se desató una gran tormenta que amenazaba con hundirles por ello los tripulantes en su desesperación prometieron que, si lograban salvarse, entregarían la imagen de Santa Inés de Roma que portaban a las gentes del primer puerto en el que pudieran atracar. El milagro se obró y al llegar a Sant Antoni donaron la talla a los habitantes quienes la llevaron hasta una gruta natural de unos 60 metros, conocida como la Cueva Santa en algunos documentos del siglo XIV, para allí conservarla. El caso es que al párroco este no le pareció el lugar correcto y la trasladó a la iglesia de Sant Antoni pero la talla cada noche volvía a su casa.
Lo que aquí se haya es una gruta que, según algunos historiadores, sería utilizada por los primeros cristianos para realizar sus ritos durante los siglos III y IV. Este carácter religioso se acrecentó durante la conquista musulmana de la isla ya que fue convertida en enclave para sus ceremonias como así lo atestiguan los restos de cerámicas musulmanas que allí se han hallado. Posteriormente esta cueva habría sido transformada en una iglesia mozárabe como así indicaría el arco toral que separa la nave del presbiterio. De esta manera continuó hasta principios del siglo XIX cuando la amenaza de derribo hace que se abandone y se suma en un gran olvido (aunque Luis Salvador de Habsburgo-Lorena la recuerda en alguno de sus escritos diciendo que era un sitio donde se hacían ritos religiosos y que poseía una fuente) el cual se rompió en 1907 cuando la Sociedad Arqueológica Ebusitana la redescubrió hallando en su interior, tras una entrada derribada, una iglesia de una sola nave rectangular en la cual hay un altar y bancos de obra encalados. De esta manera la iglesia volvió a adquirir protagonismo por lo que en 1981 se restauró por completo y se le añadió una nueva imagen de Santa Agnés.
Actualmente esta secreta joya se mantiene cerrada al público pero debido a su singularidad e historia está declarada Bien de Interés Cultural. Además a su lado se sitúa la ermita de Santa Agnès, un templo levantado a principios del siglo XVIII para acoger a los fieles que acudían a las festividades de la gruta pero que nunca fue terminado ni consagrado por lo que fue vendido a particulares y ahora acoge un restaurante.
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