martes, 14 de diciembre de 2021

La iglesia románico-barroca cántabra

   El Románico y las iglesias siempre han ido de la mano creando un gran patrimonio que hoy aún podemos disfrutar.

  El Románico es uno de los artes más bellos que existen y en el norte de España encontramos grandes ejemplos que, aunque han pasado siglos desde su nacimiento, aún podemos disfrutar y una buena muestra de ello es la Iglesia de San Andrés de Argomilla, ubicada en el cántabro municipio de Santa María de Cayón.

  El origen de este lugar se sitúa en el siglo XII cuando, según cuenta el Libro Becerro de las Behetrías, la localidad pertenecía a la Merindad de las Asturias de Santillana a su vez dependiente del Obispado de Burgos y formaba parte de lo que entonces era una abadía y no sería hasta el siglo XVII cuando se convierte en una iglesia parroquial.

  Lo que aquí se observa es una iglesia románica de planta basilical con una sola nave y ábside semicircular en cuyo exterior se observa que al oeste se halla la puerta principal, en forma de arco de medio punto, abocinada, con arquivoltas decoradas con baquetones en la que se pueden ver decoraciones en forma de dientes de lobo, bolas y billetes. Además, están sujetas sobre columnas acodilladas que poseen capiteles ornamentados con escenas animales y humanas. Todo se completa con canecillos, pilastras sobre los contrafuertes que dividen el ábside en tres (cada parte tenía un vano pero solo quedan dos), ventanas de arco de medio punto sujeto por columnas y una imposta de billetes por debajo. Por último posee una torre-campanario cuadrada construida en época barroca.

  Desde aquí se accede a un interior en el que se ve que toda su nave se cubre con madera moderna salvo el ábside, al cual se accede por un arco del triunfo de medio punto muy rebajado, que se recubre por una bóveda de horno. En este arco destacan sus capiteles en los que se representan a unos animales luchando por una pieza y a unos pájaros sujetos por hombres. Por último, en el muro de la sacristía se halla el escudos de los Ceballos, a quienes pertenecía durante el siglo XVIII, junto a los de los Santandrés, Escobedo y Velasco.

  Todo el conjunto se completa con un edificio adosado que durante el siglo XIX y parte del XX sirvió como colegio del pueblo pero ahora acoge una colección de diecisiete sarcófagos datados en los siglos XI, XII y XIII rescatados del cementerio de la iglesia y que probablemente pertenecieran a los abades.

  Actualmente la iglesia conserva un gran estado y gracias a su belleza, historia y arte este tesoro románico está declarado Bien de Interés Cultural desde 1982.



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