Durante la historia de España numerosas órdenes religiosas han ido construyendo lugares donde alojar a sus hermanos y así poder llevar a cabo su vida monacal y un ejemplo es el Real Mosteiro de Oia ubicado en la pontevedresa Comarca do Baixo Miño, entre Baiona y A Guarda.
Los inicios de esta abadía comienzan en el siglo XII pero no está del todo clara la fecha ya que algunas fuentes lo datan hacia 1132 cuando el rey Alfonso VII de León cedería unos terrenos a los monjes pero fuentes más fiables hablan que fue en 1149 cuando Alfonso da a los monjes que allí vivían "sub regula beati Benedicti" (bajo la regla de San Benito) las posesiones reales de Mougás, Villadesuso y Pedornes. Ya en 1185 es cuando se unen a la Santa orden del Císter lo que repercute tanto en la vida monástica como en la fisonomía del edificio. De esta manera su fachada era recia y sin ornamentación como marcaba el carácter austero de la Orden.
Los siglos siguieron pasando y debido a su posición frente al mar hacía que este monasterio fuera bastante proclive a recibir ataques por lo que se le empezó a reforzar convirtiéndole en el siglo XVI en un baluarte defensivo y esto fue un acierto como así se demostró en 1624 cuando sufrió un ataque de cinco embarcaciones otomanas que pretendían saquearles pero no contaban que en ese momento allí vivía Fray Anselmo, un excapitán de los tercios de Flandes que consiguió repelerles. Este hecho les hizo ganarse el mote de "monjes artilleros" y que Felipe IV les diera el título de Real e Imperial Monasterio de Santa María de Oia, donaciones y privilegios que utilizaron para iniciar la cría de caballos salvajes en la Serra da Grova, algo que aún se recuerda en la "rapa das bestas".
Es en esta época además cuando se le empiezan a añadir nuevos espacios que se unen a los que Pedro del Campo o Bartolomé de Hermosa levantaron en el siglo XVI (el claustro de las procesiones, la sala capitular, la sacristía y el coro alto) y en 1740 le construyen la torre y la fachada barroca. Así continuó hasta que en 1836 fue abandonado por tras la desamortización quedando en uso solo la iglesia de Santa María (románica de planta de cruz latina con bóveda estrellada). Posteriormente jesuitas portugueses e indianos lo utilizaron hasta que en la Guerra Civil se convierte en cárcel. Tras ello fue vendido a un indiano en 1942 y en los años 80 pasó a un grupo hotelero que pretende convertirlo en un espacio de ocio.
Aparte de esta historia en él se guarda la leyenda de la Virgen del Mar (patrona del Concello de Oia) la cual dice que en 1581 unos labradores encuentran en A Orilluda la imagen de una Virgen unida a la de un perro. Tras rescatarla decidieron llevarla a hombros como en procesión hasta el monasterio. Cuando llegaron le explicaron a los monjes como la encontraron y que el collar estaba lleno de conchas lo que hizo pensar a los monjes que era un milagro lo que había evitado su destrucción.
Actualmente el cenobio sigue en manos del grupo y conserva un gran estado lo que, sumado a su gran historia, le ha valido ser Bien de Interés Cultural.
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