Los monasterios constituyen un gran patrimonio que aún conservamos ya sea con su función original o adaptada.
Multitud de órdenes religiosas se instalaron en España a lo largo de su historia, instituciones que acogieron a muchos hermanos y hermanas por lo que necesitaban lugares para que pudieran vivir por ello se construyeron cenobios como el Monasterio de Nuestra Señora de la Piedad o Monasterio de La Piedad de la riojana localidad de Casalarreina.
El origen de este lugar data del 10 de abril de 1514 cuando Juan Fernández de Velasco, obispo de las diócesis de Calahorra y Palencia, ordena su construcción tras una concesión dada por el papa Julio II en 1509. Desgraciadamente Juan muere en 1520 dejando en su testamento que sería su hermano Íñigo Fernández de Velasco (IV conde de Haro, III condestable de Castilla y II duque de Frías) quien seguiría pagando las obras bajo las directrices de la sobrina de ambos, Isabel de Guzmán y Velasco. Pues bien, aquí surge un problema y es que en el testamento no se especificaba que orden habitaría el convento. Isabel quería que fueran la Orden de Predicadores, es decir, los dominicos mientras que Íñigo quería que fuera la Orden Franciscana. Íñigo, por supuesto, exigía que su decisión prevaleciera ya que era él quien pagaba y de hecho se presentó en la localidad para parar la construcción sino era así pero como Isabel ya era oficialmente priora del nuevo convento como así constaba en el testamento de su tío fue la que finalmente ganó el pleito. Esto hizo que el 13 de marzo de 1522 la iglesia pudiera ser consagrada (aprovechando que el nuevo papa, Adriano VI, durmió en la localidad cuando viajaba desde Madrid a Roma para tomar cargo de su pontificado), que en 1523 Íñigo entregara oficialmente el edificio a su sobrina y a Fray Pedro Lozano, prior del convento de San Pablo de Burgos, y por ende a los Dominicos y que sus obras finalizaran en 1524.
De esta manera se observa una iglesia levantada con lienzos simétricos de sillería en los que se halla una cabecera trebolada con contrafuertes prismáticos y circulares, una cornisa ornamentada con motivos geométricos alternados y contrafuertes que unen los cinco tramos de la nave con las capillas laterales. Además posee una portada plateresca a modo de retablo en la que destacan tres arcos de medio punto y rematado con cúpula sobre pechinas creados por Juan de Balmaseda, Cristóbal de Forcia y Juan de Cabreros que en ese momento trabajaban en el taller de Felipe Bigarny, el Borgoñón. En este portón, además, hay multitud de decoración de estilo "candieleri", es decir, con muchas figuras humanistas pero sin olvidar el tema religioso. De esto último se observa un tímpano, sobre un un arco apuntado entre columnas estípites, con una Piedad y sobre él tres calles con seis escenas de la Pasión de Cristo en el que se le presenta como el Hombre Nuevo (cristianos) que vino a salvar al Hombre Viejo (paganos).
En cuanto a su interior se observa que posee una única nave muy luminosa gracias a sus ventanales y que se cubre con bóvedas de crucería cuyos terceletes y combados crean un trébol de cuatro hojas, este entramado está creado por Juan Gil de Hontañon. Aquí también destaca el Retablo Mayor, de estilo barroco clasicista ubicado en el ábside, elaborado por Juan de Garay hacia 1521 y en el que se pueden ver dos cuerpos con cinco calles separadas por columnas corintias y un ático con el Calvario. En los laterales hay tallas de bulto redondo, en el centro imágenes de una Piedad y la entrega del Santo Rosario por la Virgen María a Santo Domingo de Guzmán (atribuidas a Juan de Biniés y Pedro Martínez) y flanqueándolas hay escenas de la Pasión pintadas Juan de Lumbier y Pedro Fuentes. Todo se completa con las capillas laterales en forma de nicho y unidas entre si.
Por último se halla el claustro adosado a la iglesia al cual se accede a través de un arco apuntado de cuatro arquivoltas con trasdós conopial festoneado con cardinas y rematado con un cogollo en forma de cruz el cual es de estilo gótico flamigero y de planta cuadrada de dos niveles. El bajo está formado por arcos apuntados divididos por contrafuertes en el exterior y cubierta de bóvedas de crucería en el interior. El superior es una galería cuadrada con balaustrada de radios y cubierta adintelada con techumbre de madera.
De su historia además se sabe que en él se ubicó el Colegio de San Nicolás y el Colegio de señoritas de Nuestra Señora de la Piedad.
Actualmente esta joya sigue acogiendo monjas, conserva un muy buen estado (pese a haber sufrido daños durante la invasión francesa y la desamortización de Mendizábal) y tiene la curiosidad de ser el único monasterio español inaugurado por un papa por ello está declarado Monumento Histórico-Artístico de interés nacional.
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