Durante la Edad Media era bastante frecuente que que los reyes, los nobles o la Iglesia venerara reliquias traídas desde Tierra Santa y como es lógico había que construir lugares donde custodiarlas y un ejemplo es la Ermita de Santa María de La Piscina, también conocido como Conjunto Arqueológico de Santa María de la Piscina, ubicado en la localidad de Peciña la cual pertenece al municipio riojano de San Vicente de la Sonsierra.
Todo comienza en el siglo XI cuando el infante Ramiro Sánchez, hijo del rey Sancho Garcés IV de Pamplona, regresa al Reino de Pamplona tras haber luchado en la I Cruzada (1096-1099) donde participó activamente en la conquista de Jerusalem atacando con sus tropas desde la Piscina Probática (también llamada Piscina o Estanque de Bethesda). Esto hizo que se trajera de allí una astilla de la Cruz Verdadera o Vera Cruz (un trozo o Lignum Crucis de la cruz en la que Cristo fue crucificado) y la talla de una virgen que habría sido creada por el apóstol San Lucas.
Una vez ya en la Península decidió crear una especie de orden llamada La Divisa e ingresar en el Monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos) hasta su muerte. Pues bien en su testamento dejó escrito que se debía construir una ermita donde se cobijara la talla y el Lignum Crucis junto a una Divisa de los Reyes de Navarra. De esta manera en 1110 su hijo, Sancho Ramírez I patrón de La Divisa, junto al Abad de Cardeña Pedro Virila ordenaron levantar la nueva ermita en el lugar actual.
Para su construcción Sancho quiso que contara con fondos propios por ello le donó varias casas y heredades de Peñacerrada y Montoria y la nombró parroquia con pila bautismal para que a su alrededor se creara una pequeña comunidad que hicieran de ella justicia y señorío y pagaran diezmos a la nueva parroquia de San Martín. Esto finalmente provocó pleitos con los habitantes de la zona con la Divisa hasta que los vecinos pasaron a la parroquia de Peñacerrada. Debido a esto la construcción se demoró hasta el siglo XIII aunque había sido consagrada en 1137.
Una vez construida la iglesia empezó a hacer su función pero con el tiempo se fue debilitando hasta que en 1975 se tuvo que restaurar por completo debido a su estado ruinoso. En ese año también se reorganizó la Divisa, Solar y Casa Real.
Lo que ahora se observa es un iglesia románica pura sin ningún añadido posterior salvo un escudo de la Divisa colocado en 1537 encima de la portada sur. Por ello en su exterior se ve que se construyó con sillería y que posee un ábside semicircular liso cubierto con bóveda de horno con la única ornamentación de un ventanal ornado con dos columnillas y una saliente imposta. Además tiene una fachada principal donde se ubica la puerta rodeada de jambas prismáticas que sujetan tres arquivoltas que flanquean un tímpano liso sobre el que se colocó el escudo. Todo se completa con canecillos de parejas abrazadas y un monstruo con el rabo sobre el lomo, un ajedrezado y un campanario cuadrado.
De aquí se entra a u interior bastante sobrio el cual es una nave de cuatro tramos cubierta por bóvedas de cañón apuntaladas por tres arcos fajones de medio punto sujetados por columnas con capiteles con diferente ornamentación. Además posee un presbiterio rectangular y una sala de reuniones iluminada por saeteras.
Aparte de todo esto durante la restauración de 1975 se encontraron un poblado con casas semirrupestres, restos de fortificaciones o atalayas y una necrópolis de repoblación en una ladera muy próxima, aunque hay cuatro pegadas al ábside, y en la cual se ven 49 tumbas datadas entre el siglo X y el siglo XIV. Las del siglo X son antropomórficas y están excavadas en el suelo; las del XIII son lajas y el resto son ataúdes exentos. Además se han visto que algunas de ellas se construyeron antes que la ermita.
Actualmente la iglesia posee un gran aspecto gracias a su rehabilitación y es la única ermita de La Rioja con un románico casi puro lo que hace que sea un edificio de una gran importancia histórico- artística.
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