Desde la antigüedad la gente ha sufrido de enfermedades y si encima viven en una ciudad proclive a los ataques es muy necesaria la construcción de lugares donde curarles y un ejemplo claro lo hallamos en Melilla donde se encuentra el Hospital del Rey.
En 1753 se expropiaron unas casas dentro de Melilla la Vieja para la construcción de un nuevo hospital para tratar a los melillenses que lo necesitaran y que sustituyera al de San Francisco, esta decisión se toma tras la explosión de un almacén de pólvora ubicado en el Hoyo de la Cárcel. Ya en 1758 se le encarga a Thomas de Warluzel y Juan de Dios González que lo diseñaran y comenzaran unas obras que continuaron hasta 1774.
De cesta manera en su exterior se observan unos muros levantados con piedra en las paredes, ladrillo macizo en los arcos y bóvedas, madera en vigas y planchas y tejas en el techo. Además posee dos niveles de ventanas en forma de arcos siendo las superiores arquitrabadas y recubiertas con piedra de nueva construcción que sustituyen a un mirador de madera situado sobre la puerta principal.
Desde aquí se accede a un interior organizado en torno a un patio central rectangular de dos pisos cuyas galerías están creadas con arcos de medio punto. Además desde la galería baja se accede a Puerta del Socorro.
En cuanto a su historia se sabe que en 1849 la galería superior de madera del patio se sustituye por arcadas de mampostería iguales a las inferiores según proyecto de Manuel de Vilademunt. Pero esto no impide que el hospital quede abandonado cuando a principios del siglo XX la población empieza a abandonar Melilla la Vieja para trasladarse Melila La Nueva. Esto hace que empiece a deteriorarse. Pero entre 1990 y 1997 el arquitecto José Ignacio Linazasoro Rodríguez lo restaura por completo.
Actualmente contiene en su interior el Archivo Central de Melilla por lo que ha habido que adaptarlo a esta nueva función y forma parte del Conjunto Histórico Artístico de la Ciudad de Melilla, Bien de Interés Cultural.
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