martes, 29 de noviembre de 2022

La casa de las primeras clarisas de Tolosa

   Religión y comunidad siempre han ido de la mano y han necesitado de lugares donde vivir y hacer sus ritos.

  La gran comunidad de religiosos que habitaban en España necesitaban de lugares donde vivir es por ello que se construyeron monasterios donde alojarlos. En muchas localidades aún podemos encontrarlos en funcionamiento y uno de ellos es el Convento de Santa Clara de la guipuzcoano municipio de Tolosa.

  Todo comienza en 1612 cuando Miguel Pérez de Mendiola y su mujer Magdalena de Huaene pusieron su casa-torre de Iturriza mediante real licencia a disposición de la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara para acoger en ella a las cuatro primeras monjas de esta congregación que llegaron a la localidad venidas de Nofuentes (Burgos). Una vez instaladas se comprobó que que el poco tamaño y la incomodidad de este recinto dificultaban mucho las tareas religiosas por lo que se decidió levantar un nuevo convento. De esta manera en 1666 se funda el nuevo convento aunque su iglesia no se erigiría hasta el periodo comprendido entre 1711 y 1732.

  Ubicado junto al río Oria y rodeado de montañas lo que aquí se ve es un edificio barroco cuadrado cuyo exterior es totalmente carente de ornamentación, salvo los canes del alero ventanas enrejadas, siguiendo las directrices austeras monacales y levantado con un aparejo mixto de mampostería y sillarejo en esquinas, aleros y vanos. A través de una puerta de medio punto de pequeñas dovelas se pasa a un zaguán interior con dos entradas: una lleva las dependencias monacales y en la otra se halla la iglesia con planta de cruz latina de brazos transversales cortos y una nave dividida en cuatro tramos. Los dos primeros corresponden al coro bajo y se cubren con una bóveda de cañón con lunetos, posteriormente aparece una reja que servía para separar las zonas litúrgicas seglar y claustral y tras ella dos tramos más. Todo se completa con una cúpula de media naranja sobre pechinas en el crucero.

  Aquí vuelve a haber una gran austeridad como se demuestra la total carencia de decoración salvo en el Retablo Mayor hecho por Ignacio Ibero, la puerta del sagrario creada por Juanes de Anchieta y que representa el Descendimiento, un retablo de Ambrosio de Bongoet y una imagen románica de la Andra Mari o Virgen de Yurre en el coro datada en el siglo XII. Todo se completa con un patio interior.

  En cuanto a su historia se sabe que debido a las guerras las monjas tuvieron que desalojarlo cinco veces siendo la más importante cuando fue ocupado por franceses entre 1808 y 1813. Actualmente sigue funcionando como convento y gracias a su historia y arte está nombrado Monumento Histórico Artístico de interés Provincial desde 1964.

  


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