Las enfermedades siempre han existido por ello se han necesitado lugares donde atender a los enfermos desde hace tiempo.
Antiguamente la medicina solo se la podían permitir las clases más pudientes, es por ello que los enfermos sin dinero muchas veces morían al no poder pagar los medicamentos que les salvarían. Es ahí cuando aparecieron las hermandades religiosas quienes crearon sanatorios donde tratarlos de manera gratuita y un ejemplo es la Iglesia y Hospital de la Caridad de Sevilla.
Los inicios de este hospital están en 1578 cuando en Sevilla se funda la Hermandad de la Santa Caridad con las funciones de trasladar a los enfermos desvalidos a los hospitales, asistir espiritualmente condenados a muerte y darles sepultura, ayudar en las riadas del Guadalquivir y recoger a los muertos. Ya en 1663 se escoge como Hermano Mayor a Miguel Mañara Vicentelo de Leca, un hombre que le dio totalmente la vuelta a la hermandad ya que la convirtió en una sociedad encargada de dar sustento a los pobres y para ello pidió que se le cediera una de las ¨reales atarazanas¨ que construyó Alfonso X en 1252 para levantar sobre ella dos naves que sirvieran para acoger personas sin techo, creó un comedor y un hospital dotado de 50 camas. Pare ello entre 1661 y 1679 aumentó la Hermandad en 500 personas y con sus limosnas reunió un millón de ducados que gastó en socorrer a los pobres y otras obras caritativas.
Aparte de esto impulsó la construcción de la iglesia San Jorge que realmente se iba a levantar en 1644 sobre los cimientos de la capilla del mismo santo con planos de Pedro Sánchez Falconete, pero la economía la paralizó hasta que Maraña consiguió retomarla aunque le hizo cambios al diseño y la fachada la terminó Leonardo de Figueroa. La capilla mayor y la sacristía culminan en 1670 y el 16 de julio de 1674 se inaugura oficialmente aunque su ornamentación no finalizó hasta 1685, con Mañara ya fallecido.
De esta manera en su exterior se observa una fachada barroca sevillana estructurada en tres cuerpos, en el inferior se hallan estatuas de San Hermenegildo y Fernando III El Santo, flanqueando la puerta reflejando de así el carácter nobiliario de la Hermandad. Sobre ellos hay un balcón al que le rodean San Jorge y Santiago, sus patronos, fabricados con azulejos al igual que las tres virtudes teologales (Fe, Esperanza y Caridad) que están en el último cuerpo. Todo se remata con un ático con una baranda de hierro y dos pináculos de ladrillo en las esquinas.
De ahí se pasa a un interior de una sola nave cubierta con bóveda de cañón y cúpula en el antipresbiterio cuyos muros están recorridos por pilastrones y pilastras corintias que sujetan una cornisa de saliente alero, además posee coro elevado sobre una arcada triple a los pies y decoración de yeserías abstractas en la nave. También se pueden encontrar en su interior una abundante ornamentación barroca a través de obras de pintores como Murillo, Valdés Leal, Pedro Roldán y Bernardo Simón de Pineda y un Retablo creado por Bernardo Simón de Pineda en 1674 en el que se representa un Santo Entierro siguiendo las normas de la Hermanadad.
En cuanto al hospital Mañara lo pide construir sobre la altarazana para atender apobres y vagabundos. Para ello se levanta una primera estancia, Sala de Cristo, creada por Francisco Ruiz de Escalona, pero en 1674 se queda pequeña y ordena erigir otra, Sala de la Virgen, la cual culmina en 1676 (en ella se instaló una imagen de Nuestra Señora del Rosario pintada por Juan de Valdés Leal). En 1678 se levanta una tercera, Sala de San Antonio, y ya en 1856 se abre la de San José obra de Francisco Cansino. Aparte de estas salas en el hospital también se abrió un gran patio dividido en dos por un pasaje con columnas cuyos muros, solo tres de los cuatro, se recorren por columnas toscanas rematadas con arcos de medio punto. Estas paredes poseen siete paneles de azulejos de 1700 que representan escenas bíblicas y que en un principio pertenecían al Convento de los Descalzos de Cádiz. Todo se completa con una fuente de mármol en cada parte ¡con estatuas de la Fe y la Caridad creadas en Génova en 1682. Desde él se accede a la antigua sala de cabildos donde hay objetos de Mañara como su espada o su máscara mortuoria, un retrato suyo pintado por Valdés Leal y un crucificado de Zurbarán. Tras ello aparece el Jardín de los Rosales que se cree que él mismo plantó y en cuyo centro hay un busto de él esculpido en 1928 por José Lafita Díaz.
Actualmente sigue funcionando con la misma utilidad que en su creación por lo que se trata de uno de los edificios de caridad más importantes de España, además es una de las mayores odas a la espiritualidad, una gran obra barroca y posee una gran importancia histórico-artística lo que le ha valido ser Bien de Interés Cultural.
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