martes, 24 de enero de 2023

El monasterio gallego que San Bernardo pobló

   En todos los lugares hay monasterios donde vive comunidades religiosas de la misma manera desde hace varios siglos.

  En todas las regiones de España había comunidades religiosas que necesitaban de sitios donde habitar, es por ello que se crearon cenobios donde alojarlos y uno de ellos es el Monasterio de Santa María la Real de OseraMosteiro de Santa María de Oseira ubicado en la parroquia de Oseira la cual pertenece al ourensano concello de San Cristovo de Cea.

  El origen de este monasterio data de 1137 cuando es fundado por eremitas que en 1141 decidieron seguir la Regla Cisterciensese, es decir, se integra dentro de la Orden del Císter para llegando, además, nuevos monjes franceses enviados personalmente por Bernard de Fontaine, más conocido como San Bernardo de Claraval. En esta primera etapa era muy modesto pero empezó a recibir donaciones con las que consiguieron ampliar sus terrenos y así, a finales del siglo XII y principios del XIII, consiguen levantar el templo, el cual es de los mayores de la orden cisterciense en España y emblema de esta orden en Galicia y modelo para los siguientes.

  Los siglos XII y XIII fueron los de mayor gloria del monasterio ya que gracias a sus posesiones tanto en tierra (la Sierra de Martiñá, Peña de Francia, Valles de Osera, las villas de Cea y Carballino, el coto de Santa Cruz de Arrabaldo, orillas del Miño y la villa de Marín) como en el mar (gracias a controlar el puerto de Marín poseían una gran flota pesquera) les permitieron tener una holgada economía. Sin embargo el siglo XIV marcó su decadencia la cual culminó en el XVI con su integración en la Congregación Cisterciense de Castilla. Así comenzaba una nueva vida para el monasterio en la que se vio una gran remodelación, llevada a cabo entre los siglos XVI, XVII y XVIII, y un nuevo florecimiento.

  De esta manera se ve en su exterior se ve un edificio principalmente románico en el cual se le mezclan otros estilos como el renacimiento del siglo XVI en la fachada principal la cual está levantada con sillería almohadillada, frontispicio, ornatos y esculturas clasicistas o la portada barroca de influencia compostelana que da paso a las estancias monacales. En su interior se halla la iglesia románica de transición creada con planta de cruz latina, tres naves (separadas por pilares con columnas embebidas) y crucero. Además contiene bóvedas de cañón apuntado con fajones, ventanales de medio punto en el arranque de la bóveda, cabecera con girola y capillas a imitación de la catedral de Santiago (ahora están muy modificadas), un presbiterio con columnas que sujetan muro de cierre y un cimborrio con cúpula sobre pechinas sobre el crucero levantado en el crucero. En cuanto a su ornamentación es casi nula como se estilaba en las iglesias cistercienses.

  El interior cuenta, además, con una sala capitular y tres claustros: Portería, El Procesional y de los Pináculos (aquí hay efigies sobre las arquerías que representan personajes históricos) erigidos en distintas épocas y estilos. 

  Del resto de su historia se sabe que funcionó bien hasta el siglo XIX ya que de 1820 a 1823 los monjes fueron expulsados y fue asaltado y saqueado. Ya en 1823 volvieron y lo reconstruyeron en 1824. Pero en 1836 se les echó por la desamortización de Mendizábal quedando abandonado y casi derruido hasta que en a principios del XX Florencio Cerviño González, obispo de Ourense, lo recuperó. Ya en 1966 se restaura por completo.

  Actualmente posee un gran aspecto (los monjes recibieron en 1990 la Medalla de Oro de la Diputación de Ourense y el Premio Europa Nostra gracias a la restauración) y es de una gran importancia histórico-artística por lo que está nombrado Monumento Nacional.



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