En un país como España que cuenta con una gran tradición religiosa es normal que haya multitud de iglesias monumentales. En todas las localidades se puede encontrar al menos una y un ejemplo de ello es la Iglesia de Santa Águeda la Nueva ubicada en la castellonense localidad de Jérica.
La historia de este templo comienza en 1385 cuando el infante Don Martín recibe el recién creado Condado de Jérica de las manos del rey Pedro IV de Aragón. Una vez en su poder decidió donar el palacio y el huerto para que en su solar se levantara una nueva iglesia paralizando así las obras de la ermita de Santa Águeda (posteriormente se terminó y advocó a San Roque). El 22 de noviembre de 1395 es cuando se le encarga al maestro cantero Miguel García su construcción con un coste de 10300 sueldos. Todo esto se conoce gracias a varias cartas de pago (ápocas) fechadas a 11 de octubre de 1397 entre Miguel García y Pascual Ordán, jurado de Jérica, y por actas notariales de Lope López Moltalván.
Así se inició una iglesia gótica que fue remodelada completamente en el siglo XVII, podría ser en 1659, que le cambia totalmente el aspecto ya que la convierte en barroca. Además en el siglo XVIII se le añade la Capilla de la Comunión en estilo neoclásico.
De esta manera se ve un exterior cuya única decoración está en la puerta ya que en ella se ve una entrada adintelada a la que flanquean dobles columnas. Sobre ella aparece un escudo que podría poner 1749 y que sujeta una hornacina con una imagen de Santa Águeda, además posee una fachada lateral que da paso a un patio con contrafuertes y otra que culmina en un torreón circular. De aquí se pasa a un interior con dos naves, una central cubierta por bóveda de cañón con por lunetas y una una estructura abovedada de 1942, y una en el lateral de la epístola (derecha), se cubre con cúpulas en cada tramo sujetadas por machones. Estos últimos también soportan los arcos de medio punto que las divididen en seis tramos o crujías, con capillas comunicadas entre si. El primer tramo corresponde a un coro alto, soportado por un pórtico, y el último es el ábside donde está el retablo y decoración barroca original.
Del resto de su historia se sabe que durante la Guerra Civil fue muy dañada por lo que hubo que reconstruir gran parte de exterior y añadir una bóveda nueva que la protegiera de posibles movimientos de tierra. Luego se pasó al interior donde hubo que arreglar el suelo, los revoco, los enlucidos e instalaciones. Además hubo que volver a crear el Altar Mayor, el púlpito, la sillería y la calajera de la sacristía ya que fueron totalmente destruidas.
Actualmente sigue funcionando como iglesia y gracias a su importancia histórico-artística está considerada Bien de Relevancia Local.
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