Roma pasó varios siglos en Hispania por ello es lógico que se crearan multitud de ciudades de las que ahora solo quedan restos, yacimientos muy importantes que sirven para conocer como eran la vida de estos lugares en época romana y un ejemplo es Pollentia ubicado en la mallorquina localidad de Alcúdia.
Corría el año 123 a.C. cuando el cónsul romano Quintus Caecilius Metellus decide construir una ciudad durante la conquista de la Islas Baleares por parte de la República Romana para servir como lugar de residencia a los soldados que allí estaban pero realmente no se consideraría una verdadera ciudad hasta los años 80 y 70 a. C, época en la que la Península se convirtió en el terreno donde se desarrolló la guerra de Sertorio o guerra sertoriana (82-72 a. C.). En ese tiempo todavía era una ciudad pequeña pero importante a la vez ya que era la capital de la Islas Baleares romanas por ello que César Augusto, I emperador romano, le dio un gran impulso en el que reformó algunos edificios y levantó otros nuevos. De esta manera se creó una ciudad de 16 hectáreas de extensión en la que había un foro central, una zona residencial, un teatro y varias necrópolis y dos puertos, el Portus Minor en la actual Bahía de Pollença y el Portus Maior en la presente Alcúdia. Pero como muchas veces pasa su decadencia llegó, en este caso fue en el siglo VI, momento en el que su núcleo se convirtió en una necrópolis.
Tras ello cae en el olvido hasta que en el siglo XVII se hallaron varias monedas y otros restos que atestiguaban que ahí había una ciudad pero no sería hasta 1923 cuando Gabriel Llabrés y Rafael Isasi inician una verdadera excavación que posteriormente fue seguida por la Fundación Hispanoamericana Bryant junto a los arqueólogos Lluís Amorós, Martí Almagro y Antoni Arribas. Esta excavación dio como resultado la salida a la luz de toda la ciudad siendo quizá el elemento más destacado el teatro.
El teatro romano de Alcúdia o de Pollentia se levantó a las afueras de la ciudad a finales del siglo I y en él se siguieron todas las directrices de los teatros de la época. Para ello aprovecharon una colina como hacían los griegos en vez de la superposición de bóvedas de hormigón como se creaba en Roma, esto hizo que hasta 1952 se creyera que era griego. Se trataba de un recinto de 35 a 40 metros de diámetro y 2.500 espectadores de aforo repartidos en la cavea o gradas divididas en prima cavea (la más cercana a la escena y destinada a militares o cargos), la media cavea y la summa cavea, orchestra semicircular (para gente importante) y la scaena (escenario), quizá también tuviera un velum para proteger de la lluvia a los que a él acudían.
En cuanto a su estado actualmente conserva seis filas de las gradas, parte de la proedria semicircular (los asientos más cercanos al escenario) y el escenario rectangular que constaba de orchestra, Proscenium y el scaena frons el cual era un muro de madera, a diferencia de otros teatros que lo tenían ricamente decorado con mármoles, estatuas y columnas.
Cuando Pollentia calló en desgracia este teatro se convirtió en una necrópolis cuyas tumbas eran trapezoidales y se excavaron tanto en el escenario como en las gradas.
Actualmente de la ciudad solo quedan restos pero se han hallado muchos objetos de una gran importancia por lo que se creó un Museo Monográfico para albergarlos. Además es de suma importancia para conocer como eran las ciudades romanas en Mallorca por ello se la ha nombrado Bien de Interés Cultural.
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