martes, 21 de marzo de 2023

El palacio multireconstruido

   No todos los edificios religiosos sirven como lugares de culto, algunos son para residencia de los sacerdotes.

  Normalmente cuando en una ciudad hay una diócesis se levanta un edificio que sirva como sede y un ejemplo de ello es el madrileño Palacio arzobispal de Alcalá de Henares.

  El origen de esta construcción se sitúa en 1209 cuando el arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada lo ordena amurallar la localidad y levantar una fortaleza mudéjar para que sirviera como residencia temporal de los arzobispos de Toledo ya que en esa época Alcalá pertenecía a la archidiócesis toledana. Tras esto este palacio se fue convirtiendo en lugar de reunión para firmar acuerdos de alto nivel como en 1308 cuando  los reyes Fernando IV de Castilla y Jaime II de Aragón rubricaron en él el Tratado de Alcalá de Henares por el cual aclaraban como se repartirían las taifas Andalusíes que fueran conquistando. 

  A finales del siglo XIV se ve que este palacio se está empezando a quedar pequeño y que sus defensas son insuficientes, es por ello que el arzobispo Pedro Tenorio decide añadirle un nuevo patio de armas rectangular al que rodeó de una muralla con 21 torreones rectangulares menos la Torre Albarrana que es pentagonal y otra semicircular pegado a ella, actualmente solo quedan 16 siendo una de ellas el "Torreón de Tenorio".

  Para el siglo XV el arzobispo Juan Martínez Contreras toma la decisión de ampliarlo y para ello erige el ala oriental, el cual ornamenta con ventanales góticos, el Antesalón y el Salón de Concilios, los cuales une mediante un gran arco túmido en forma de herradura apuntada y cubierto con artesonado gótico-mudéjar. Por esa época el palacio vuelve a tomar una gran fama al ser el lugar donde la reina Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón tuvieron su última hija, Catalina de Aragón y Castilla (16 de diciembre de 1485), y porque allí se reunieron por primera vez con Cristóbal Colón (20 de enero de 1486) para hablar del viaje a las Indias. Pero este no fue el único nacimiento real aquí producido ya que el 10 de marzo de 1503 vio la luz aquí Fernando I del Sacro Imperio Romano Germánico, hijo de la reina Juana I de Castilla y Felipe de Habsburgo, y por lo tanto hermano del rey Carlos I.

  El siglo XV marcó otra revolución arquitectónica en él ya que en 1524 el arzobispo Alonso de Fonseca y Ulloa le encarga a Alonso de Covarrubias el levantamiento del ala occidental, con sus patios y escalera. Estas obras las concluyó su sucesor el cardenal Juan Pardo de Tavera.

  Aparte de residencia el palacio también sirvió como archivo de la diócesis de Toledo, custodia de las Escribanías Notariales y las de Rentas del partido judicial y Archivo General Central de Alcalá de Henares.

  En cuanto a su aspecto la construcción original está muy modificada por las distintas obras que se llevaron a cabo durante sus siglos de vida pero lo que más le afectó fue un incendio producido el 11 de agosto de 1939 en el cual desaparecieron tres patios (el "de Fonseca o de Covarrubias", el "del Aleluya", y el "de la Fuente o del Jardín chico"), la "Escalera de honor" y la "Fachada del Ave María" (esta última era herreriana y se abría al "Jardín del Vicario". Esto hizo que en 1944 se le encargara a Rodolfo García-Pablos su reconstrucción pero ahora como Seminario Menor de la Diócesis de Madrid-Alcalá pero esto no se produce ya que finalmente se decide rehabilitarlo como sede y residencia del obispo de la Diócesis de Alcalá de Henares.

  Estas obras duraron hasta 1996 y, junto con lo que se salvó, dieron como resultado un patio de ramas que da paso a una fachada renacentista dividida en dos cuerpos. El más antiguo es de sillarejo y posee dos niveles de ventanales platerescos que sujetan un galería de arcos geminados de medio punto, además se decora en su centro con un escudo perteneciente al cardenal-infante Luis de Borbón y Farnesio, hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio. El otro cuerpo es el ala oriental y fue levantada en el siglo XIX por Juan José Urquijo y Manuel Laredo en estilo neomudéjar con ventanas de tracerías neogóticas. Es en este edificio donde en 1997 se abrió una capilla neogótica en sustitución del Salón de Concilios y en su piso inferior se creó un salón de actos sobre el antiguo "Salón de la reina Isabel".

  Actualmente es uno de los edificios más representativos de Alcalá, en su interior se han vivido momentos históricos como la muerte del rey Juan I de Castilla (9 de octubre de 1390) es Bien de Interés Cultural y pertenece al conjunto Patrimonio de la Humanidad "Universidad y recinto histórico de Alcalá de Henares".



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