En muchas ocasiones encontramos edificios que ahora tienen una función muy distinta a su nacimiento, y en multitud de veces también ha sido necesario una reedificación para los nuevos usos y eso pasa con la madrileña iglesia de la Buena Dicha.
El origen de este lugar se fecha en 1564 cuando fray Sebastián de Villoslada, abad de la parroquia y monasterio de San Martín, funda el Hospital de la Buena Dicha u Hospital de Nuestra Señora de la Concepción y Buena Dicha con la intención de atender en él a los pobres que dependían de su parroquia. Para ello instituyó una hermandad de misericordia, la Hermandad de la Buena Dicha creada en 1594, regida por doce sacerdotes y dos seglares.
Con esta función continuó durante los siguientes dos siglos pero se hizo especialmente relevante el 2 de mayo de 1808, el día en el que Madrid se levantón contra el invasor francés. Esa jornada fueron muchos los enfrentamientos que se vieron en la Villa en los que hubo una gran cantidad de heridos que debían ser atendidos en algún sitio y es ahí cuando se utilizan las dependencias de este hospital. Por desgracia también hubo muchos muertos y ahí el hospital vuelve a ser clave y es que en él había un cementerio en el que fueron sepultados muchos madrileños, entre ellos las heroínas Manuela Malasaña y Clara del Rey.
Tras este suceso el hospital siguió funcionando unos años más pero el edificio ya estaba viejo y pequeños por ello a finales del XIX se decide derribarlo y eliminar el cementerio, perdiéndose los cuerpos para siempre. De esta manera se quedaba un solar que los marqueses de Hinojosa adquirieron para levantar sobre él la nueva Iglesia de la Buena Dicha la cual fue erigida entre 1914 y 1917 por Francisco García Nava.
Este nuevo edificio se trata de un templo cuyo exterior mezcla el neogótico, el neomudéjar y el neonazarí y que se decora con unas grandes vidriera modernistas. De ahí se pasa a un interior de una sola nave dividida en dos tramos culminada con una cabecera cuadrada cubierta por una bóveda nervada octogonal con linterna central. A los pies de la entrada hay un coro alto desde el que se ven las iluminado por las vidrieras. Por último destaca la capilla de la Virgen de la Misericordia donde hay un conjunto escultórico del siglo XVII.
Del resto de su historia se sabe que fue dañada durante la Guerra Civil y que hubo dos sucesos en ella. El primero es real y se trata de un intento de asesinato acecido el 16 de abril de 1934. A las nueve de la mañana estaba escuchando misa Ángela Fernández Bustamante, José Salmerón Amat, fue acuchillada por Telesforo Jiménez. Tras ello intentó huir pero fue retenido por un religioso y dos hombres que lo entregaron a la policía. Al parecer el motivo fue económico ya que la victima no había satisfecho una deuda. Ángela murió unas horas después.
El segundo suceso es más una leyenda y ocurrió en 1998. Una mañana el párroco entró a la iglesia y allí vio unas brillantes luces azules, tras ello hubo un gran estruendo y estallaron las vidrieras, momento en el que todo se silenció. El cura entonces decidió dejar los hábitos y dijo que "no hablaría jamás de lo acontecido aquel día aunque lo matasen". El caso es que esto hizo que se cerrara hasta 2003, año en que fue restaurada.
Actualmente presenta un gran aspecto, conserva en ella toda su historia aunque sea otro edificio y está declarada Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde el 20 de junio de 1994.
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