Las iglesias es algo que se encuentran en todas las localidades españolas debido a la gran cantidad de creyentes.
Durante la expansión del cristianismo en España se empezaron a construir una serie de iglesias que servían para dar culto a los creyentes, iglesias que normalmente ya han desaparecido pero otras aún se conservan y un ejemplo es la Basílica de Santa María de Arcos ubicada en la riojana localidad de Tricio.
Existe muy poca información sobre el origen de este templo pero tradicionalmente se ha datado entre los siglos V o VI, es decir, en época paleocristiana o visigoda pero existen que la fechan en el siglo IX o X, pero todo son hipótesis por lo que no se puede saber a ciencia cierta en que tiempo se erigió. Lo que sí se sabe es que la primera vez que se menciona esta iglesia es en un documento del siglo XI en el cual se muestran todas las posesiones del monasterio de Santa María de Nájera ya que las tierras alrededor de la basílica les pertenecían.
Las dudas sobre el origen de este templo también atañen a su situación y es hay estudios que hablan que para levantarla se utilizó un antiguo mausoleo romano del siglo I edificado a las afueras de Tritium Magallum que se adaptó al cristianismo, de esta manera el ábside sería el monumento funerario y el resto se elevaría en el siglo V. Otros estudios, en cambio, comentan que sí existió una basílica paleocristiana construida con materiales romanos de la que solo quedan sillares del arranque de la bóveda en el lienzo occidental del ábside.
De todas manera el aspecto de la iglesia está muy cambiado a como era originalmente ya que, tras su consagración como iglesia el 8 de noviembre de 1181 por el obispo de Calahorra Rodrigo de Cascante, se hicieron unas obras en las que se reconstruyó el muro meridional del edificio. En el siglo XIII o principios del XIV se abre dos vanos de entrada, se crea el nicho donde está la copia de la talla de la Virgen de Santa María de los Arcos (la original es gótica del siglo XIV y se conserva en la iglesia de Tricio) y se decoran las paredes con pinturas al fresco, aunque hay otras fuentes que dicen que son del siglo XII y serían del maestro de Pedret. En el XV y XVI se hacen otros cambios menores pero sin duda el XVIII marcó su gran transformación ya que entre 1700 y 1703 se añaden tres estancias en la cabecera con vanos para acceder a ellos (esto destruyó parte de las pinturas), se instala un pequeño altar y un retablo barroco de madera policromada en el centro del ábside, se levanta un segundo piso, la madera que cubría la nave central se cambia por una bóveda de medio cañón con lunetos y en las laterales con bóvedas de arista. Además se enyesa parte con escayola barroca tapando sus pinturas originales y en el exterior se levanta una espadaña para las campanas.
De esta manera se ve un exterior bastante sobrio que no da sensación de ser un edificio altomedieval y en cuyas fachadas hay una puerta en arco de medio punto y otras tres medio punto a modo de ventana. De ahí se pasa a un interior basilical con planta longitudinal de tres naves y cabecera recta. Estas naves, a su vez, tienen seis tramos separados por dos filas de gruesas columnas de piedra arenisca con basas, fustes con acanaladuras y capiteles corintios de spolia romana que sujetan arcos formeros de medio punto realizados con piedra toba.
Pero sin duda los más importante son las pinturas tardorrománicas del siglo XIII que han llegado en muy mal estado pero en las que se pueden observar escenas de la Pasión. En el ábside hay restos de un mosaico. En este interior también aparecieron sepulcros y estelas funerarias romanas reutilizadas para enterramientos cristianos.
Actualmente conserva un gran estado y si es cierto que es del siglo V sería el monumento en uso más antiguo de La Rioja. Por todo esto está catalogada como Bien de Interés Cultural.
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