jueves, 27 de julio de 2023

El castillo manchego donde Jorge Manrique escribió parte de sus obras

   Los castillos es algo que podemos encontrar en toda España gracias a la Edad Media tan potente que hubo.

  En muchas localidades se pueden encontrar castillos que antaño fueron la joya de la zona pero que con el tiempo perdieron parte de su construcción ya sea por el paso de los años o por las sucesivas reformas llevadas a cabo por sus dueños. Muchos son los ejemplos y uno de ellos es el castillo de Montizón ubicado en la ciudarrealeña localidad de Villamanrique.

  Los orígenes de este castillo están en el siglo XIII cuando fue Pelayo Pérez Correa, Maestre de la Orden de Santiago, lo ordena erigir sobre los restos de uno antiguo que vigilaba uno de los caminos que desde Montiel iban hasta Jaén por la antigua calzada romana de Vía Hercúlea o Augusta que unía Gadir con la Tarraconense. Es por esto que está sobre un corte vertical de la masa rocosa del cerro muy cerca del río Guadalén.

  Ya en el siglo XV la fortaleza se convierte en un lugar de luchas entre Miguel Lucas de Iranzo, quien estaba a favor del rey Enrique IV de Castilla, contra los Manrique quienes apoyaban a su hermano Alfonso. Finalmente estos lo toman en 1463 y a él se traslada junto a su mujer Jorge Manrique, Trece de la Orden de Santiago y Comendador de Montizón, para vivir en él y escribir algunas de sus obras en su interior.

  En manos de esta familia se mantiene hasta el siglo XVII cuando pierde su funcionalidad entrando de esta manera en una época de decadencia y deterioro que se detiene cuando en 1855 es desamortizado por la ley de Madoz y vendido a Antonio de Lara y Villada, marqués de Villamedina, quien lo reforma para darle un toque más palaciego, además de levantar una casa de labor, eliminando toda su imagen primitiva.

  De esta manera se ve un primer recinto amurallado o de las albacaras que da paso a una segunda línea amurallada y tras ella una última que ya son los propios muros del castillo que rodean una Torre del Homenaje cuadrada.

  En cuanto al resto de su historia tras el marqués pasó por varios dueños hasta que lo adquiere el ganadero Samuel Flores Romano en cuyas manos sigue, dentro de una finca dedicada a la ganadería de vacuno en extensivo de reses bravas, caza y actividades turísticas. Además su historia le ha valido ser Monumento Histórico-Artístico nacional, desde 1983. 



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