Antiguamente las ciudades solían estar rodeadas de murallas en las que se instalaron puertas que permitieran el acceso. Cuando estos muros fueron derruidos muchas puertas desaparecieron con ellos pero otras se conservaron como monumentos y un ejemplo es la Puerta de Hierro de Madrid.
El origen de esta puerta está entre 1751 y 1753 cuando Fernando VI ordena levantar una valla que rodeara al Monte de El Pardo y el puente de San Fernando ya que en la época estaba vetado para el pueblo porque la monarquía lo utilizaba como coto de caza privado, es decir, esta muralla debía impedir tanto la caza furtiva como la huida de los animales.
Para su levantamiento se contó con Francisco Moradillo como arquitecto, Juan Domingo Olivieri para las esculturas y del rejero Francisco Barranco. Pero en 1752 Oliveri decide retirarse ya que tenía problemas con el cantero que debía proporcionarle la piedra, Juan González, haciéndose cargo de su parte el propio Moradillo.
Se trata de una puerta barroco-clasicista de piedra blanca de Colmenar de Oreja y granito formada por un arco de medio punto rematado por un frontón sostenido por dos contrafuertes y dos pilastras dóricas toscanas, todo ello unido mediante una verja de hierro forjado que es la que aporta el nombre. En cuanto a la ornamentación se ven objetos militares y de caza en bajorrelieves, dos esfinges en las esquinas, jarrones con un penacho en llamas y se completa con un escudo real entre banderas.
Con el tiempo la muralla desapareció quedando solo la puerta, pero en 1991 nació la intención de ampliar la autovía del Noroeste o A-6 es por ello que se decidió desmontar la puerta piedra a piedra y trasladarla a otro lugar pero no se llevó a una zona monumental sino que se dejó en una isleta ajardinada entre las autopistas A-6 y M-30, esto hace que sea la puerta monumental de Madrid menos conocida pero a la vez de las más bonitas.
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