A principios del siglo XX la localidad asturiana de Avilés estaba sufriendo una serie de cambios debido a la pujante burguesía que estaba deseosa de levantarse viviendas que rompieran con el pasado. Es en ese contexto cuando se levanta el palacio de Balsera o Sendón.
Hacia 1917 Victoriano Fernández Balsera, un empresario bastante importante del municipio en la época, quiso erigirse una vivienda en la que instalarse junto a su familia. Es por esto que le pide a Antonio Palacios que se lo diseñe sobre los terrenos que Julia de la Riva había donado al Ayuntamiento.
De esta manera se observa un palacio a caballo entre el modernismo y el eclecticismo en el que se ve una parte exterior rectangular alargada hacia un ala por unas dependencias para el servicio. Prácticamente todo él es de tres niveles salvo la esquina achaflanada y el lienzo central que tienen dos y la torre trasera que es de cuatro.
En cuanto a su decoración posee balcones, miradores y ventanas con un gran trabajo de rejería. Por último todo se cubre con terrazas con balaustres y se completa con un escudo con las iniciales de su propietario.
De ahí se pasa a un interior organizado en torno a un patio central parcialmente columnado, cubierto por una cristalera y con escalera de doble tiro que daba a todas las habitaciones muy modificadas debido a su nuevo uso y es que en los años 80 fue adquirido por el Ayuntamiento para instalar la sede del Conservatorio municipal de música Julián Orbón.
Actualmente presenta un gran estado, sigue funcionando como conservatorio (en especial para clases de piano, guitarra y percusión) y está catalogado como Bien de Interés Cultural.
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