martes, 9 de enero de 2024

La ermita que nació de la muerte de una cabra

   Los milagros suelen hacer que se creen ermitas para albergar las imágenes que aparecieron durante ellos para su devoción.

  Muchos de los edificios religiosos que se crean en los pueblos o ciudades tienen su origen en milagros que se dicen que ocurrieron donde ellos se sitúan. Existe una gran cantidad de ejemplos de este tipo de edificios y uno de ellos es el santuario de la Virgen de Chilla ubicado a pocos kilómetros de la localidad abulense de Candeleda.

  Según la leyenda el nacimiento de este lugar se sitúa hacia el año 1300 cuando un pastor de Calera y Chozas (aunque el milagro ocurrió en Candeleda el pastor era originario de ese pueblo toledano) llamado Finardo vio aparecerse a la Virgen dos veces en las inmediaciones de la garganta de Chilla mientras paseaba a sus cabras. Esto hizo que bajara al pueblo a contarlo pero nadie le creyó ya que pensaron que eran imaginaciones suyas. Días después Finardo acudió de nuevo a dar de comer a sus cabras cuando una de ellas comió unas hierbas venenosas y murió es ahí cuando la Virgen reapareció, resucitó al animal y marcó la frente del pastor con dos dedos para que le creyeran. Esta vez los vecinos sí le dieron crédito y levantaron una ermita en el lugar que todo sucedió.

  Prontamente el lugar se hizo famoso por toda la zona y miles de personas acudían hasta ella para contarle sus cuitas y pedir intercesión para que les ayude a paliar sus problemas. Este hecho obligó que en el siglo XVI y XVII se erigiera la nueva ermita en estilo herreriano pero con importantes modificaciones en el XVIII. 

  De esta manera se ve un pequeño edificio de ladrillo, de decoración muy sobria, cuya puerta principal da paso a un interior en el que hay varios cuadros que narran los milagros de la Virgen (aparte del de la cabra se cuenta que salvó a una joven de un toro que la atacaba o que intercedió para que un navío de guerra, capitaneado por Juan Briceño, lleno de candeledanos saliera victorioso en una batalla que le enfrentó a dos barcos turcos y uno neerlandés) y un retablo en el que en el centro se halla la Virgen junto a la cabra, un perro y Finardo y rodeada por cuadros de santa Teresa de Ávila, san Pedro de Alcántara, san Francisco de Asís y santo Domingo de Guzmán. El conjunto se completa con la casa del santero, una construcción sencilla y blanca y un merendero con un pequeño refugio de peregrinos.

  Actualmente la romería de la Virgen de Chilla se celebra cada segunda semana de septiembre y acoge a miles de personas que acuden a ella por la devoción que sienten hacia la Virgen. Debido a esta circunstancia está declarada Fiesta de Interés Turístico Regional desde 1980.




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