Cáceres es una ciudad en la que aún se conservan sus murallas y con ellas las puertas que se levantaron para permitir el paso de las personas y mercancías que necesitaban entrar o salir de ella. Varios son los accesos que aún están en pie y uno es el Arco de Santa Ana.
El origen de esta puerta está en la época musulmana cuando se levantó como un acceso para permitir el paso en los lienzos que se situaban entre las principales puertas de la muralla. Sin embargo, el aspecto actual data del siglo XVIII, más concretamente de 1758, cuando se reformó y se ensanchó.
Lo que ahora se ve es un postigo en cuyo exterior se observa una hornacina donde se halla una imagen de santa Ana sosteniendo a su nieto, el Niño Jesús, que le aporta el nombre, mientras que su interior se compone de una sucesión de bóvedas de rosca realizadas con ladrillo.
Actualmente la puerta sigue en buen estado, sigue sirviendo como entrada o salida y forma parte del conjunto histórico de Cáceres.
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