La ermita cuyo santo inundó el valle

   Todas las localidades tienen algún tipo de templo que servía para dar culto a los feligreses y vecinos de la zona.

  El ilerdense Vall de Boí es uno de los lugares que más iglesias de arte románico reúne, esto hace que encontremos muchos ejemplos y uno de ellos es la ermita de Sant Quirc (san Quirce), ubicada dentro del término municipal de Durro.

  El origen de esta ermita está en el siglo XII cuando es erigida en estilo románico para dar soporte espiritual a los vecinos de la zona con un exterior bastante sobrio en el que solo destaca la puerta de acceso (situada en la fachada sur) en forma de arco de medio punto con dovelas bastante toscas y una espadaña de doble vano añadida ya en época barroca. De ahí se pasa a un interior de una sola nave cubierta con bóveda de cañón (esta bóveda corresponde a los añadidos barrocos de los siglos XVII y XVIII, al igual que la espadaña) culminada en un ábside semicircular con bóveda de tambor donde hay una aspillera que ilumina la iglesia junto a otra del muro oeste y una lámpara de madera de tipo salomón que cuelga del techo.

  Es en ese ábside donde se sitúa un altar románico con unas pintura sobre tabla de principios del siglo XII en el que se representan el martirio de san Quirc y su madre santa Julita (realmente este es una copia ya que el original se conserva en el Museu Nacional d'Art de Catalunya de Barcelona), junto a él hay otro barroco popular con imágenes de San Pedro y San Pablo.

  Aparte de esto la ermita esconde una pequeña leyenda y es que, durante la Edad Media, la gente de Durro solía acudir hasta ella para mojar los pies de sant Quirc y así atraer la lluvia. Pero hubo una época en la que las lluvias no venían, es por esto por lo que un vecino decidió sumergir en agua toda la imagen, pues bien, esto sal santo no le debió sentar bien porque pocos minutos después todo el valle se inundó.

  Actualmente la ermita presenta un gran estado, su ubicación permite observar unas maravillosas vistas del tramo medio del valle y gracias a su historia y arte es Bien Cultural de Interés Nacional desde 1992 y forma parte del conjunto Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO "Iglesias románicas catalanas del Valle de Bohí".