Debido a su particularidad insular Mallorca siempre ha estado en peligros de ataque, esto hizo necesario la construcción de diversas defensas y es así como surgió el Castell de la Punta de n'Amer ubicado en la localidad de Sant Llorenç des Cardassar.
En 1585 el virrey Lluís Vic vio la necesidad de crear una fortaleza en la Punta de n'Amer que evitara ataques provenientes de piratas berberiscos pero la universidad de Manaco, lugar al que pertenecía la localidad en la época, no tenía el dinero suficiente y lo rechazó. En 1617 Joan Binimelis, quien había ideado el sistema defensivo de la isla, volvió a pedir una fortaleza en la punta y de hecho el Gran i General Consell presentó la idea pero la volvieron a rechazar. Finalmente en 1693 aceptaron y se lo encargaron al ingeniero militar Martín Gil de Gaínza quien terminó las obras en 1696.
De esta manera se observa una torre fortificada cuadrada rodeada de un foso que contenía un aljibe. Para atravesar el foso se incluyó un puente que llegaba hasta una primera planta donde se ubicaba los cuartos, una cocina con chimenea y una escalera de caracol que comunica con la azotea donde hay ocho cañoneras.
Del resto de su historia se sabe que los primeros soldados llegaron en 1696, en 1724 hay que repararla y en 1765 es cuando se crea el aljibe. Ya en 1833 Argel es conquistada por lo que el peligro bajó bastante, esto hace que en 1852 Bartomeu Bujosa y Francesc Fernàndez, los torreros que ocupaban en ese tiempo la fortaleza, la abandonen y entren a formar parte del nuevo cuerpo de Torreros del Estado, llevándose los cañones. La torre queda entonces abandonada y se decide su venta adquiriéndola en 1857 Pere Orlandis i Despuig.
Ya en el siglo XX se instaló en ella un observatorio dentro del contexto de la Guerra Civil y de la II Guerra Mundial pero al acabar ambas volvió a quedar sin uso hasta que en 1996 se restauró y se musealizó. Actualmente sigue siendo visitable y está catalogada como Bien de interés cultural.
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