Cuando una ciudad se encuentra algo alejada del agua es necesario que se transporte hasta los vecinos este líquido esencial para la vida. Es por esto que se crearon las conducciones de agua y un ejemplo de ello es el acueducto de los Pilares de Oviedo.
El origen de esta construcción está en 1570 cuando se levantó para abastecer de agua Oviedo desde las fuentes de Boo y Fitoria del Monte Naranco. Para costearlo utilizaron los impuestos sobre la sidra y el vino y contaron con Juan de Cerecedo, sin embargo fue Gonzalo de la Bárcena, fontanero mayor de Valladolid, quien concluyó las obras en 1590, dando como resultado un acueducto de 390 metros de longitud y una altura de 10 metros que se sostenía con cuarenta y dos arcos o pilares.
Prontamente se convirtió en el principal canal de distribución hidrográfico de Oviedo hasta que en 1864 Pedro Pérez de la Sala ideó una serie de depósitos de agua y tuberías a presión. Finalmente en 1875 cesó su actividad quedando sin utilidad, algo que hizo que en 1915, cuando se decidió ampliar la ciudad, reordenarla y crear nuevas vías ferroviarias, se derribara dejando únicamente cinco arcos, los cuales fueron declarados monumento Histórico-Artístico a 26 de noviembre de 1915.
Actualmente los cinco pilares siguen en pie y en buen estado, fueron restaurados en 2006, dando testimonio de este antiguo acueducto.
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