Toda ciudad amurallada necesitaba puertas para poder pasar de las afueras al interior, arcos que hoy siguen en pie.
En el siglo XV la badajocense ciudad de Zafra comenzó la construcción de una muralla que la protegiera de ataques. Esto hizo necesario la creación de accesos entre el exterior y el interior, siendo uno de ellos el Arco de Jerez.
En 1426 Gomes I Suárez de Figueroa, I Señor de Feria, empieza el levantamiento de una cerca que después continuaría su hijo Lorenzo Suárez de Figueroa, II Señor de Feria. Es ese contexto cuando, al oeste de la villa, se abre una puerta que toma el nombre de Jerez de los Caballeros.
Lo que aquí se ve es un doble arco apuntado de sillería sobre el que se sitúa una capilla en principio advocada a la Virgen de la Caridad pero cuyo titular actual es el Cristo de la Humildad y Paciencia (es barroca y sede de la Cofradía del Milagroso Cristo de la Humildad y Paciencia y María Santísima de la Salud). En su parte exterior, además, posee una ventana con balcón flanqueada por dos hornacinas con las imágenes de san Crispín y san Crispiniano. Encima de ellos está el campanario con un jarrón con azucenas blancas, uno de los símbolos del escudo de Zafra (para levantar la capilla se derribaron dos torres defensivas).
Como curiosidad en la fachada exterior, sobre uno de los bloques de sillería, hay un Pie Castellano, una antigua medida que equivalía a 1/3 de la Vara de Medir. Que esto esté ahí junto a los santos indica que en sus cercanías se establecieron los artesanos del cuero y las pieles (san Crispín es patrón del gremio de los zapateros y san Crispiniano de los curtidores).
Actualmente la puerta mantiene un gran estado y es uno de los lugares zafrenses que más visitantes recibe.
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